Hace poco más de un año irrumpió el coronavirus en el mundo y médicos y médicas en su totalidad, más allá de las especialidades desarrolladas, tuvieron que estudiarlo y aprenderlo sobre la marcha. No solo es un objeto universal sino que su investigación es simultánea a su reproducción, es decir, se deja conocer a medida que se evidencia y es por eso que los profesionales de la salud debieron salirse de su rutina, cambiar el rumbo y adaptarse al ritmo vertiginoso que impuso este virus, en cualquier nivel de atención.

Primero fueron aplaudidos al caer la noche y después los echaron de sus edificios. Se enfermaron, se curaron y perdieron a muchos de los suyos en el camino. Se agotaron, se hartaron, exigieron reconocimiento. Y hace poco, se inyectaron de energía con una vacuna rusa a la que tuvieron que defender con el cuerpo. En conversación con Rosario3, médicos y médicas de Rosario hicieron un repaso sobre cómo fueron aprendiendo el coronavirus y cómo los encuentra la pandemia hoy.

Vías de trasmisión, manifestaciones clínicas, medios, diagnóstico, conducta con los casos positivos, etc etc. Si bien la medicina requiere de una actualización constante, el último año ha sido extremo. “Nos aggiornamos rápido, nunca recibimos tanta información en tan poco tiempo. Hubo un incremento veloz de trabajos científicos y cambios en la evidencia científica que es constante”, observó por su parte Andrea Becceruchi, terapista y vicedirectora del Hospital de Emergencias Clemente Álvarez (Heca). “La pandemia nos robó horas de sueño”, resumió sobre los meses iniciales en los que, tras una larga y desgastante jornada laboral se ponían a estudiar y revisar protocolos que pronto serían reemplazados por otros y así sucesivamente.

Este ritmo de investigación aunque ha menguado, nunca se ha detenido. “Tenemos un back de un año y estamos más cancheros pero nos seguimos juntando y puliendo para mejorar las respuestas que damos. Pero tenemos más espalda y sabemos por dónde vamos”, aseguró.

La también médica clínica consideró que el coronavirus los situó en una escena de suma exigencia profesional: “Hay que estar en continua formación, lo que pasaba un año atrás puede ser hoy diametralmente opuesto. En meses se usan y se dejan de usar drogas, se revisan estudios y todo el tiempo se analiza qué es lo más beneficioso. El cambio no se detiene nunca”, describió.

Valeria Daher es tocoginecóloga y además de trabajar en el ámbito privado se desempeña en la atención primaria en un centro de salud provincial. “Fue difícil acostumbrarse al cambio, a trabajar con barbijo, máscara y bata, a manejar el miedo a contagiarse o contagiar a nuestros seres queridos. Fue difícil adaptarse al cambio constante de directivas, de nuevos síntomas que se iban agregando,  de nuevos protocolos, fue algo muy dinámico, que pudimos hacer pero tuvo un costo emocional y  desgaste físico que también sufrimos nosotros en atención primaria, ya que al problema común de las enfermedades,  también en los barrios se suman problemas sociales y económicos graves que  vienen junto con  la consulta médica, y que también hubo que abordar y trabajar en equipo. A esto se le suma las pocas vacaciones que nos autorizaron en el verano, y la noticia muy desalentadora de que no vamos a poder tomarnos vacaciones este año, siendo que venimos arrastrando un cansancio físico y mental importante”, resumió sobre el impacto y el costo de la pandemia.

Atención primaria

El conocimiento fue adquirido de forma paulatina, teníamos una cierta incertidumbre asociada a temores a pesar de la información que íbamos teniendo diariamente y que iba cambiando a cada rato debido al crecimiento exponencial de casos”, recordó sobre esos primeros contactos con el coronavirus la médica clínica Paola Marro, coordinadora del centro de Salud 19 de La Cerámica.

Médico clínico y también integrante de un centro de salud provincial en el barrio 7 de Septiembre, el médico Mariano Lingo, señaló al respecto: “No teníamos casos aún, entonces íbamos viendo qué pasaba en Europa y otros continentes, la globalización permitió prepararse”, comentó y advirtió: “Yo personalmente ya tenía experiencia con la gripe A, por entonces también hisopábamos a la gente en sus casas con lo que no me sentí intimidado. Cuando el covid llegó al país ya teníamos conocimiento y sabíamos qué hacer, no me sentí particularmente nervioso”.

Marro explicó cómo fue atender el covid-19: “Durante el tratamiento de los primeros casos la situación era muy estresante, en ese momento había un crecimiento muy exponencial. Obviamente que tomábamos todas las medidas necesarias y de higiene y que nos mandaban los protocolos pero más allá de eso nosotros llevábamos la información de nuestros pacientes, viendo como evolucionaban día a día, derivando a personas a un segundo o tercer nivel –en el caso suyo al Hospital Eva Perón– Fuimos aprendiendo con la comunidad”, manifestó.

“Nunca cerramos el centro de salud”, destacó la profesional quien brindó detalles sobre cómo organizaron burbujas de trabajadores protegidos con equipos especiales y dispusieron áreas covid y no covid, garantizando la atención constante del resto de las patologías al igual que la vacunación. “Hoy a pesar de que nos encontramos con casos positivos o un recrudecimiento de casos o aparición de reinfecciones y mutaciones, como profesionales de salud estamos más seguros en nuestro conocimiento”, remarcó y sumó al respecto: “Hemos tenido baja de líneas que se han ido modificando y se siguen modificando  y nos permiten discernir mejor un caso covid de uno de una patología de tipo respiratoria”, precisó.

Lingo, por su parte, ahondó sobre la atención primaria en el marco de la pandemia: “En el territorio conocemos a la gente y estamos muy cerca, vamos a sus casas, podemos advertir los síntomas antes de que se compliquen”, relató y mencionó que han tenido pocos casos graves. “Conocemos a los pacientes, sus características y antecedentes y cuando les hacemos los diagnósticos covid sabemos cuáles son las chances de su evolución, los controlamos de cerca y un parámetro para la derivación a la internación es la saturación de oxígeno”, explicó.

“Creo que hay un error en la atención de la enfermedad cuando se aísla y se atiende telefónicamente y tarde”, continuó en tono crítico acerca del tratamiento dispensado y agregó en ese sentido: “Soy uno de los tantos médicos que usamos ivermectina con muy buen resultado, es eficiente cuando es administrada tempranamente. Yo la indico porque es beneficiosa y también los hacen otros colegas con los que venimos pidiendo su aprobación en el Anmat. Lamentablemente, mucha gente se la autoadministra por lo que entendemos que tiene que integrar un eje de discusión”, reclamó.

“Creo que no estamos al mismo nivel que en septiembre y octubre pasados cuando casi todos los pacientes febriles eran casos positivos pero estamos empezando a tener más casos, más hisopados positivos y los factores son las vacaciones y los viajes estudiantiles”, observó por último, sobre la actual situación local.

Respiración mecánica

Enfermos con coronavirus que requieran asistencia respiratoria son derivados a salas de terapia intensiva. “Hemos aprendido algunas cuestiones sobre la ventilación pero en general se trata de un paciente crítico más, a pesar de la mortalidad más alta”, consideró Andrea Becceruchi desde el Heca. En cambio, para la médica clínica y terapista, el cambió que sembró el covid afectó de lleno al equipo médico: “Tuvo que adaptarse a trabajar de otro modo, sobre todo a usar el equipo de protección en urgencia, antes podíamos correr para atender a una persona, hoy no se puede, debemos cambiarnos antes para evitar llevar el virus de un paciente a otro y contagiarnos nosotros. Esto costó mucho, llevar bata con calor, barbijo que complica la respiración y una máscara que se empaña por muchas horas fue y es muy difícil”, subrayó.

Para la profesional, “esto no para” y se refiere al inquietante escenario que plantean los casos: “Hay que estar en continua formación”. Esta ausencia de pausa implica abrirse a descubrimientos constantes: “Es una enfermedad poco previsible, se entiende que los pacientes añosos son los más complicados pero hemos visto pacientes jóvenes con cuadros muy graves. En el Heca los pacientes ventilados tienen entre 30 y 59 años”, alertó y añadió sobre la experiencia cosechada: “Hemos aprendido también que los pacientes obesos, diabéticos y con patologías pulmonares son quienes precisan asistencia respiratoria y llamó la atención que la obesidad es una patología que realmente condiciona y es un factor de riesgo a tener muy en cuenta”, reveló.

Becceruchi expuso que “si bien en los últimos tres meses ha habido menos casos, seguimos a full con otras patologías y nunca el hospital estuvo libre de covid”, dijo y concluyó: “Sin dudas estamos viviendo un momento histórico”.