Un informe realizado por el Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina aporta datos sobre la percepción que tiene la población argentina acerca de la venta de droga y el consumo en los barrios.

El relevamiento pone en evidencia una situación generalizada que afecta principalmente a las poblaciones más vulnerables. Esto se ve agravado por “la falta de políticas públicas efectivas y la normalización del consumo”. “Las causas del consumo son multifactoriales, e incluyen la búsqueda de identidad, expresión cultural o alivio temporal ante el estrés, la ansiedad o la depresión; causando un fuerte daño no solo en el individuo consumidor, sino en toda la familia”, detalla.

Al mismo tiempo, el estudio “destaca la importancia de abordar con urgencia este complejo problema desde dos ángulos: la oferta y la demanda, para poder lograr soluciones adecuadas”. De acuerdo al informe, se observa un aumento sostenido de la venta de drogas en los barrios en los últimos años.

Esta situación solo ocurre en el 18,7% de los hogares de Caba en el año 2023, pero sucede en el 35,6% de los hogares del conurbano bonaerense. Por otro lado, la ausencia de vigilancia policial incrementa el riesgo de venta a un 41,5%.

La percepción de venta de drogas sube al 62% en villas de emergencia y al 70,5% en barrios de viviendas sociales. Los resultados, para el equipo técnico que realizó el trabajo, muestran un aumento en la percepción de venta y/o tráfico de drogas, conforme aumenta la vulnerabilidad socioeconómica.

En hogares de clase media alta, este riesgo es del 15,4%, mientras que alcanza a la mitad de los hogares del nivel socioeconómico muy bajo (47,4%). Esto no significa que no exista un problema en estratos más altos, sino que es menor su prevalencia, así como también su visibilidad.

La universidad, asimismo, presentó los datos desagregados por los principales aglomerados urbanos del país. El problema aparece con mayor prevalencia en los barrios con baja vigilancia policial del conurbano (43,6%) y del Gran Rosario (41,4%).

Este riesgo también aumenta en niveles socioeconómicos más bajos de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (38%).

“A raíz de una escasa evidencia empírica por parte del Estado, es fundamental contar con información que identifique los grupos vulnerables y los factores que perpetúan este problema que representa una grave amenaza para la sociedad, tanto en salud pública como en seguridad”, destaca la UCA en el análisis.

Las conclusiones del informe: el riesgo del narcoestado

 

“Como sociedad nos encontramos ante un grave problema que debe ser atendido de manera prioritaria: la drogadicción y el riesgo de convertirnos en un «narcoestado»”, advierte el informe y agrega: “La agenda pública ha marcado una preocupación en torno al consumo problemático de sustancias, el cual representa una situación fundamental de salud pública y de seguridad en la sociedad, frente a la ausencia comprometida y eficaz del Estado”, agrega.

“Esta problemática aparece en el marco de una crisis socioeconómica, de aumento del trabajo informal y frente a la debilidad o ausencia tanto de políticas preventivas hacia el consumo, como represivas hacia el narcomenudeo y el tráfico de drogas. En un contexto de marcada ausencia, impericia o desidia gubernamental –cuando no complicidad– con acciones de intervención que pongan un límite al flagelo del narcotráfico, el narcomenudeo y el consumo adictivo –tres diferentes dimensiones de un mismo problema–”, señala.

En diciembre último, el Observatorio presentó los resultados socioeconómicos de las últimas dos décadas. Según la última medición de la UCA, la pobreza se ubicó en el 44,7% en tercer trimestre del año, una cifra similar a la del 2020 y la más alta desde 2006, 41,2 por ciento. Desde una óptica multidimensional, la universidad concluyó que 67% de la población al menos sufre una carencia.

“Nos enfrentamos así una epidemia que preocupa y debe ser atendida de manera urgente, al afectar principalmente a la población joven y económicamente activa, destruyendo la base productiva de la Nación; además de afectar a todo el grupo familiar, y no solo al enfermo”, reflexiona el paper.

Y cierra: “No obstante, vemos cómo la sociedad realiza acciones que perpetúan e incrementan el uso de sustancias, como la altísima rentabilidad del negocio de las drogas, los medios de difusión que lo presentan como algo inocuo y el marketing positivo en una sociedad de consumo que privilegia éxitos rápidos y la drogadicción como un estimulante para alcanzar el éxito u olvidar el fracaso. Esto conduce a la normalización del consumo de sustancias en la sociedad, dificultando cada vez más la lucha contra esta problemática”.