Sobre el tramo final del año, en momentos de cierre de procesos, la Escuela N°1318 Comunidad Eva Perón tuvo logros para celebrar en estas semanas. Muchos de sus alumnos están dentro de esa proporción del 70% de niñas y niños latinoamericanos de sectores vulnerables que llegan a los diez años con dificultades para leer y comprender textos simples. Sin embargo, el trabajo de los últimos cuatro meses va logrando torcer eso.  Un grupo de 50 de sus alumnos este año fueron parte de las Estaciones de Alfabetización.

La propuesta es parte de un programa que la Municipalidad, a través de la Secretaría General de la Intendencia, desarrolló en una decena de escuelas de la ciudad y alcanzó a 400 alumnos de nivel primario. “Nuestra idea es que no haya ningún chico en la ciudad que, terminando la primaria, no tenga desarrollado no sólo la lectoescritura, sino también la comprensión de texto y la elaboración de texto, y ese es el objetivo", destacó el intendente Pablo Javkin sobre la iniciativa.

Si bien el sistema educativo tiene sus formalidades, también nosotros, como municipio, sabemos que hay un complemento a la educación formal que podemos aprovechar", mencionó el jefe municipal, y aseguró: “Cuidar a nuestras pibas y pibes, estando cerca y ofreciéndoles oportunidades para su futuro. Esa es nuestra prioridad absoluta”.

Lo que necesitan estos chicos son oportunidades”, dijo el día de la entrega de diplomas la directora del establecimiento, Mabel Vallejos. Y la tuvieron. Alumnos de cuarto y quinto grado participaron desde agosto del programa, y ese paso les permitió no sólo avanzar en el proceso de lectoescritura, sino sobre todo “recuperar la voz propia”, afirmaron las maestras alfabetizadoras.

El establecimiento de barrio Triángulo tiene 700 alumnos y alumnas de nivel primario, repartidos en 34 secciones y la mayoría provienen de barrios de extrema vulnerabilidad asentados en la zona, como los barrios La Lagunita y el Cañaveral.

“El 90 por ciento de los chicos viene a almorzar al comedor”, señaló la directora como un dato sobre la población que aloja, y cuenta que la escuela ya tiene jornada extendida: un tiempo donde acceden a espacios de arte, danza, teatro e inglés.

“En chicos que tienen dificultades en el aprendizaje, estas propuestas les permiten encontrar otras vías para expresar sus capacidades”, recalcó. A esos trayectos se sumó este año el programa de alfabetización que cierra el año con la intención de reiniciar ya en marzo de 2025 y multiplicarse pasando de una decena de establecimientos a por lo menos 40.

La 1318 por su cantidad de alumnos fue este año la que más estudiantes tuvo incluidos en la propuesta con 50 chicos y chicas de cuarto y quinto grado, que trabajaron a contraturno con un equipo de alfabetizadoras, todas ellas maestras de primer ciclo de la misma escuela, conformado específicamente para ese fin.

“Son alumnos que cursaron su primer y segundo grado en pandemia, una situación crítica a la que en muchos casos se suman contextos de vulnerabilidad severa”, contó la directora, sin dejar de remarcar “el compromiso” de las maestras que se pusieron al hombro el proceso y que abrieron allí “otro espacio de contención”.

Las Estaciones de Alfabetización son parte de un programa que se puso en marcha en Rosario para garantizar que “cada niño pueda alcanzar el desarrollo de una alfabetización integral y habilitante para la concreción de su proyecto de vida”, así como el mismo busca “generar las condiciones que favorezcan la igualdad de oportunidades”.

Con los avances de lo que será el informe final de resultados de estos cuatro meses de trabajo, el secretario General de la Municipalidad, Miguel Tessandori, adelantó que la evaluación de lo que sucedió en esta decena de escuelas que formaron parte del programa “fue óptimo, sobre todo en la lectura y en la escritura”.

Con eso manifestó la necesidad de sostener y avanzar en 2025 en más escuelas para llegar a más chicos. “Necesitamos prolongar el programa y más cuando se trata de la primera vez que el municipio tiene un plan de alfabetización que está potenciado por el gobierno de la provincia y avalado por la Nación, lo que para nosotros es un orgullo”, afirmó.

La idea de “expandirlo” y “multiplicarlo”, como dijo Tessandori, se basa además en resultados concretos que muestran que el 45% de los 400 chicos que participaron tuvieron una mejora promedio en su proceso de aprendizaje. Esas mejoras alcanzan un 80% en el nivel presilábico, un 17% de la alfabetización y un 38% en el nivel satisfactorio, y ya el 10% de los chicos logran leer sin ayuda.

Sin embargo, más allá de los promedios, las alfabetizadoras destacan fuertes mejoras cualitativas que van desde el aumento de la asistencia a la escuela y el mejor clima de trabajo en las aulas hasta el aumento de la participación de los chicos en otras áreas y de su autoestima.

“Esto nos hace muy bien porque el tema educativo es siempre una preocupación”, insistió el secretario General, quien consideró “a la lectura y a la escritura como herramientas fundamentales para la comprensión de cualquier consigna y para la vida”.

Hacer lugar a las palabras

“El trabajo fue cuerpo a cuerpo”, sostuvieron directivos y docentes. Eso significó una tarea constante con grupos reducidos, una mirada más atenta y una escucha paciente que dio resultados.

Marianela Luna tiene 18 años en el establecimiento. No sólo conoce a sus alumnos, sino que además muchos de ellos son hijos, hermanos y primos de chicos que pasaron por su aula, y puede dar cuenta de los recorridos de muchos.

“Cada uno llegó con su problemática, pero justamente lo que permitió trabajar con grupos de diez chicos y no de 30 es poder estar en el uno a uno -señaló-. Con eso, aunque fueron pocos encuentros porque empezamos a mitad de año, vemos los resultados: niños que continuamente quieren leer, que recuperaron la voz, no sólo la posibilidad de leer, sino de expresarse”.

Natalia Queirolo, otra de las maestras alfabetizadoras, comentó que “lo que pasó fue muy positivo” y no sólo en los avances específicos, sino por la “solidaridad y el compañerismo que se vio en el aula, en cómo se ayudaban unos a otros”.

Queirolo ingresó a la escuela durante la pandemia y ve de cerca los efectos sobre los chicos. “Fue un momento difícil y muy clave para esta población porque lo vimos entonces cuando intentábamos trabajar día a día con esos chicos de primer grado, que son estos que ahora están en cuarto o quinto”, afirmó.

Lo que ni maestras ni directora dejan de marcar es el “entusiasmo” de los propios protagonistas. “Hay chicos que ahora por primera vez pudieron leer en un acto escolar, con todo lo que eso significa para la autoestima de un niño”, apuntó Vallejos.