La pandemia de coronavirus expresa su mayor dramatismo en las camas de terapia intensiva. Pero antes de esa instancia, antes de la saturación de los hospitales y del pedido desesperado de los médicos, todo empieza en los centros de detección de covid-19, que es donde primero sonaron las alarmas de esta segunda ola. La positividad saltó del 10% al 20% durante el verano y ahora está entre el 40% y el 50%, según el lugar. Un nivel que implica “un cuello de botella” para todo el sistema sanitario y que se expresa, después, en la urgencia de una ambulancia que gira sin destino, en los respiradores que se necesitan como el aire.

En la última semana epidemiológica cerrada, que va del domingo 2 de mayo al sábado 8, el sector público realizó en toda la provincia 28.781 testeos y casi el 42 por ciento dio positivo (11.937 casos).

“Comparando con el pico de la ola del año pasado, en un operativo normal hacíamos 70 controles y nos daba un 40% o 50% de positivo. Hoy estamos en el mismo nivel pero hacemos el doble o más de test por operativo, unos 150”, asegura en diálogo con Rosario3 Sebastián Torres, coordinador de Dispositivos territoriales del Ministerio de Salud de Santa Fe.

El funcionario agrega: “Estamos con un 45% de positividad y con más muestras realizadas. Veníamos de enero y febrero, con un 10% o 20% de positivos y con números que eran más bajos. Creemos que lo peor aún no llegó”.

La expansión del sistema sanitario provincial no se limitó a camas y respiradores. La primera semana de agosto de 2020 Santa Fe hizo 3.350 controles, la primera semana de septiembre esa cifra creció a 6.601 y casi que se duplicó hasta los 12.171, durante octubre de 2020, el mes del pico.

Los 28 mil exámenes de la semana pasada muestran el impacto de haber multiplicado también los laboratorios de PCR. “Se amplió mucho la capacidad de procesamiento. Hoy los tres hospitales provinciales de Rosario (Centenario, Provincial y Eva Perón –en Granadero Baigorria–) tienen esa capacidad y en marzo del año pasado solo estaba el Cemar”, señala Torres.

¿Hay más casos porque hay más testeos? La lógica es al revés. “En el verano había poca gente contagiada y poca gente que se testeaba. Ahora se multiplicó todo”, explica el coordinador en el territorio, que advierte algo más: “Hay una sensación o cierto relajamiento de que los casos (contagios diarios) se amesetaron. Hablar de una meseta puede ser engañoso en estos niveles, confundir meseta con que esto se terminó o con que hay menos casos. La clave no es esa, la clave es que todos los días, por poner un número de ejemplo, entran 20 pacientes a terapia intensiva y no todos los días tenés 20 altas; ese es el cuello de botella, el embudo en el que estamos”.

“En los últimos 30 días tuvimos un cambio en la tasa de positividad”, dice Torres y propone dejar al margen las estadísticas oficiales para ir en busca de lo que denomina una “muestra artesanal”. Define: “Cada uno seguro escuchó que un amigo o un familiar o un compañero de trabajo, de una semana a otra, se contagió. Ese entorno sirve de medida”.

Además de los centros de salud, la provincia sumó dos camiones sanitarios itinerantes por barrios y localidades de la región y siete puntos de hisopados fijos en Rosario (hace un mes eran tres). De lunes a viernes, de 9 a 15, funcionan en Monumento a la Bandera, Plaza del Che (27 de Febrero y Buenos Aires), Oroño y Uriburu, bulevar Seguí y Solís, Granadero a Caballos y Boedo, Plaza O'Higgins (avenida Del Rosario y Castro Barros) y Circunvalación y Córdoba. Los sábados y domingo, de 9 a 17, solo en el Monumento.

Más jóvenes

 

Sobre los objetivos de expandir los testeos, Torres afirma: “En los operativos Detectar que hacemos desde el año pasado, estrategia de detección temprana y precoz permite encontrar al paciente de forma temprana, aislarlo y hacer un seguimiento de él y sus contactos. Se evita que esa persona no sea encontrada y tenga una evolución torpe de la enfermedad o termine en hospitalizado en una terapia intensiva. Las terapias son el último capítulo de esta historia, el primero es el trabajo territorial”.

Esta segunda ola tiene algunas diferencias de la primera y una de ellas es el promedio de edad de los pacientes, que por la vacunación y por la población que más está en movimiento descendió con respecto al año pasado.

“En terapia intensiva el promedio de edad era de 64 años y ahora estamos entre 53 o 54 años. Es por diferentes variables de la pandemia y también por cepas que son más contagiosas, como la británica y la Manaos. También hay más jóvenes en los hisopados pero donde más se nota es en la internación”, diferenció.

Cómo sigue la vacunación

 

Santa Fe vacunó hasta este martes 621.343 personas y de ellas 119.209 ya recibieron las dos dosis. Eso implica que más de la mitad de la “población objetivo”, definida como prioritaria en el plan de vacunación, fue alcanzada.

“El 98% de los adultos mayores ya tiene al menos una dosis, el 100% de los geriátricos ya tienen cobertura. El 99% del personal de salud de la primera línea también tiene el esquema completo, al igual que los mayores de 85 años de las ciudades. Nos falta completar el personal de seguridad, los particulares de salud y los docentes”, resume Torres, también al frente del proceso de inoculación en la Ex Rural y otros dispositivos.

¿Qué pasará cuando se termine de inocular a esos trabajadores esenciales y a los mayores de 60 años; quiénes siguen en la cola y con qué criterio cuando varios sectores demandan ingresar al plan? Torres entiende los reclamos pero plantea, antes que nada, una diferencia: “No es lo mismo trabajadores esenciales que grupos de riesgo. El riesgo tiene que ver con la exposición al virus. No es lo mismo un chofer de taxi que un chofer de ambulancia".

“Lo que se viene ahora es la población que va de 18 a 59 años con comorbilidades que forman parte de los grupos de riesgo. Los diabéticos, trasplantados, pacientes oncológicos y una lista larga que Nación ya definió hace tiempo. Y que ya hemos empezado con los electrodependientes, trasplantados y fibrosis quística”, sigue el funcionario de Salud provincial.

A ese grupo, de más de 500 mil personas en la provincia, se suma la necesidad de completar con la segunda dosis de Sinopharm a los docentes y rigen los 90 días de plazo para la segunda de Sputnik a los adultos mayores. “Pasamos las 600 mil personas y es gratificante ver cómo avanzamos. Esto se ve reflejado, además, en la tasas de contagios y las edades, aunque sabemos que falta”.