El próximo jueves se relanzará en Rosario el Centro de Biología Estructural del Mercosur (Cebem) cuya coordinación funciona en la ciudad y está a cargo de la investigadora rosarina María Natalia Lisa. Se trata de una red de grupos de científicos pertenecientes a once institutos de investigación repartidos en cuatro países –Argentina, Brasil, Uruguay y Paraguay– que trabajan en forma colaborativa para potenciar capacidades en materia de Biología Estructural y Bioimagen integrando competencias e infraestructura para mejorar la calidad de vida de las personas y el planeta. Su principal objetivo es potenciar proyectos colaborativos con alto impacto, capaces de contribuir al desarrollo social a través del avance de las Ciencias Biológicas y disciplinas asociadas. Los grupos que integran la red realizan investigaciones científicas que tienen aplicaciones en salud, biotecnología, nanotecnología, alimentación y ambiente. Y el Instituto de Biología Molecular y Celular de Rosario (IBR) es uno de los nodos del Cebem, junto a otros tres dentro del país.

Lisa (41 años) es doctora en Ciencias Biológicas y tiene dos posdoctorados, uno en el Instituto Pasteur de París. Se ha dedicado a la cristalografía de proteínas, la técnica que permite conocerlas, y aplica su investigación a la bacteria de la tuberculosis para tratar de buscar agentes que permitan contrarrestar su estancia en el cuerpo de los seres humanos.

María Natalia Lisa, Nati. Foto: Alan Monzón / Rosario3

La científica, graduada en la Universidad Nacional de Rosario (UNR), coordina el Cebem que tendrá su relanzamiento esta semana desde Rosario con motivo de un financiamiento otorgado por la fundación Chan Zuckerberg –sí, la de Mark Zuckerberg, creador y dueño de Facebook– que permitirá por tres años el desarrollo tecnológico y la movilidad de los científicos desde y hacia los nodos de investigación a partir de una iniciativa presentada por Lisa junto a otros dos colegas del Mercosur. Nati, como la llaman sus compañeros, recibió a Rosario3 en su laboratorio:

–¿Cómo surgió el Centro de Biología Estructural del Mercosur?

–El Cebem existe hace 15 años y con el paso del tiempo se fue agrandando y fortaleciéndose. No tiene un edificio único, sino un conjunto de institutos de investigación y grupos repartidos en cuatro países. Cuando se inició, los fundadores decidieron trabajar juntos porque solos no vamos a ningún lado.

A lo largo del tiempo, trataron de conseguir financiamiento porque es importante que los científicos puedan desplazarse entre los distintos centros ya que la especialidad requiere de una infraestructura muy costosa y ningún instituto por sí solo va a tener todos los elementos necesarios.

–¿Qué son la Biología estructural y la Bioimagen?

–La Biología estructural es una rama de la Biología que estudia la estructura de las moléculas que componen a los seres vivos como los ácidos nucleicos, entre ellos el ADN y las proteínas. Trata de estudiar las moléculas, sus funciones y su estructura en el espacio. Con la Bioimagen se intenta visualizar cómo están distribuidas en un espécimen biológico a través de una imagen.

–¿Cuál es tu proyecto de investigación?

–La bacteria que causa la tuberculosis tiene un mecanismo que le permite entender qué pasa en nuestro cuerpo y entonces adaptarse para seguir viviendo. Trato de entender y ver cómo la bacteria se adapta para sobrevivir en el ser humano. Si lográs entenderlo, podrías diseñar terapias, algo así como encontrar el talón de Aquiles de la bacteria para poder diseñar algún agente que inhiba a la bacteria.

En el Cebem hay varios proyectos de investigación que tienen que ver con la salud, la resistencia de la bacterias a los antibióticos, el desarrollo de biomateriales, fármacos, y mejoras en especias biotecnológicas, entre otros.

–¿Cómo se llega a que el Cebem tenga sede en Rosario?

–EL IBR es uno de los nodos y hoy es la sede del Cebem ya que cada tres años éste va variando su sede central y de coordinación entre los países miembros. Su elección se hace por consenso entre los miembros del Centro.

Foto: Alan Monzón / Rosario3.

–¿Qué posibilita el financiamiento de la Fundación Zuckerberg?

–Es un aporte que permite becas para la movilidad de los investigadores desde y hacia el Cebem y el desarrollo tecnológico en el área de Biología Estructural y Bioimagen. Se trata de una estrategia exitosa para agrandar y contribuir a las investigaciones. El subsidio se consiguió a partir de un proyecto que presentamos junto a los colegas Alejandro Buschiazzo del Instituto Pasteur de Montevideo y Rodrigo Portugal de Brasil.

–¿Cómo estamos en Argentina en materia científica-tecnológica en comparación con Brasil?

–Más allá de (el presidente Jair) Bolsonaro, Brasil tiene una inversión muy grande. Están construyendo un acelerador de partículas que requiere de una inversión millonaria única en Latinoamérica y se perfila como uno de los mejores del mundo. Es una megaestructura a la que aspiramos a acceder y que ha sido posible gracias a que también Brasil tiene la industria para producir las partes para esa construcción.

Eso no quiere decir que hagan mejor ciencia que nosotros, entiéndase como que la ciencia argentina es muy buena a pesar de que merecería más financiamiento. No quiero un relato que folclorice la pobreza en cuanto a que hay otras prioridades, porque invertir en ciencia es generar empleo y no solo para los investigadores sino también para la población en general.

Y por otro lado, el conocimiento propio es soberanía sobre tu territorio, el contexto es global pero las realidades son locales y hay que dar respuestas locales a los problemas globales y no depender de las tecnologías que vienen del norte. Hay que tener la tecnología, en tu idioma, en tu territorio.

–¿Y con Uruguay?

–Uruguay es más chico y es bastante parecido a Argentina. La ciencia y la tecnología están bastante centralizadas en Montevideo y se escuchan quejas en el interior. Se redujo bastante la inversión y se lucha para recomponer los fondos algo que todavía no se logró y es una pena enorme. La vida en Montevideo es muy cara, la gente vive modestamente, acostumbrada a vivir con menos.