Artistas y mediáticos afirman mirando a cámara que se irán de Argentina y se instalarán en Uruguay. Que ya buscan escuela para sus hijos del otro lado del río de la Plata, donde dicen tener garantizada más libertad y mejores condiciones tributarias para llevar adelante sus actividades. En plena pandemia, se dejan fotografiar llegando al país procedentes de las históricas tierras de Artigas, donde tienen desde hace décadas, sus casas de veraneo, inversiones inmobiliarias y hasta empresas que tributan menos que en Buenos Aires. Sin embargo, el fenómeno no es nuevo y el movimiento migratorio entre ambas naciones se mantiene fluido y continuo desde el último tercio del siglo XIX hasta hoy.

La cercanía con el vecino país y la integración regional que facilita ser parte de la misma llanura pampeana, cruzada por rutas y puentes de fácil acceso, además de procesos históricos comunes, son condiciones importantes para que entre argentinos y uruguayos exista un vínculo de larga data.

Por eso, no sorprende cuando el embajador uruguayo en Argentina, Carlos Enciso, afirma que en su sede diplomática reciben unos cien trámites semanales para obtener la residencia. De todos modos, en diálogo con Rosario3, la investigadora Mariana García, coordinadora del Grupo de Estudio sobre Migraciones de la Universidad Nacional de Rosario (UNR), le baja el tono a “la novedad” del tema e incluso a la palabra “éxodo” para referirse a una migración constante de ida y vuelta entre ambos países.

Un vínculo con historia

“En realidad, el vínculo migratorio entre Uruguay y Argentina preexiste a los Estados nacionales. Es decir: ha habido históricamente, un tránsito habitual por los territorios de esta región. Una vez tramitadas las independencias de la colonia, constituidos los estados nacionales y resueltas las cuestiones de fronteras (muchas de las cuales persistieron hasta mediados del siglo XX), las relaciones migratorias han sido de circulación habitual”, sostiene García y aporta datos estadísticos que demuestran que si bien el movimiento migratorio ha sido constante, no tiene la característica de “aluvión”, que algunos medios de prensa parecen querer otorgarle, en el actual marco de pandemia y restricciones económicas.

“En Argentina se registran los movimientos de entrada y salida de las fronteras desde el año 1869. Ese relevamiento permite comprobar que el porcentaje de población limítrofe (incluyendo a todos los países que comparten frontera con Argentina) nunca ha excedido, el 2% o el 3%, acorde a los datos censales.

Es decir que la migración de origen limítrofe (Uruguay incluido) ha existido siempre en la República Argentina, y desde el censo de 1869 hasta el último censo argentino de 2010, siempre se ha mantenido entre un 2,4% y un 3,1%”.

El caso uruguayo

En cuanto a la presencia de uruguayos en Argentina, la investigadora puntualiza que el último censo arroja más de 116 mil personas, mientras que la cantidad de argentinos que residen en Uruguay, según el último censo en ese país, que se realizó en 2011, es de 26 mil personas.

“Históricamente hubo movimiento de uruguayos en Argentina, en las provincias de Entre Ríos, Santa Fe y Buenos Aires y también de argentinos en Uruguay. Si nos ubicamos en la época de los procesos de independencia, con las luchas internas entre unitarios y federales, siempre hubo movimientos de exiliados o asilados políticos. Siempre existieron minorías políticas que disputaban el poder o que eran perseguidas, y uno de los castigos era el exilio. Muchos de los exiliados se iban a Uruguay o a Chile”, explica la docente y remarca que “esto sucedió en todos los gobiernos: durante el Peronismo, el Irigoyenismo y también a partir del golpe de Estado de Uriburu. Uruguay siempre fue el lugar donde se recluían muchos exiliados argentinos, así como las provincias de Buenos Aires, Entre Ríos y Santa Fe recibieron exiliados uruguayos”.

De acuerdo al último censo, en Argentina viven 116 mil uruguayos. Pero entre 2010 y 2018 tramitaron su residencia 34 mil uruguayos más.

“Uruguay y Argentina son dos países de inmigración, es decir que recibieron inmigración transatlántica, porque así lo dispusieron las políticas de los Estados nacionales iniciados en el siglo XIX. Y cuando decimos «país de inmigración» tenemos que pensar que esto incluye inmigración esclavizada proveniente de África; inmigración limítrofe entre ambos países, e inmigración de origen asiático, europeo, etc. Esto quiere decir que ambos países –Argentina y Uruguay– son países de inmigración transatlántica y de inmigración regional. Pero también, de emigración. Y en el caso puntual de Uruguay, su patrón migratorio es el de emigración. Ambos países tienen bajo crecimiento demográfico, baja tasa de natalidad y movimiento emigratorio”.

De acuerdo al último censo, en Argentina viven 116 mil uruguayos. Pero entre 2010 y 2018 tramitaron su residencia 34 mil uruguayos más.

“Otro momento álgido de intercambio entre ambos países se dio en las décadas del ’60 y ’70. A partir de los golpes cívico-militares en América Latina, el movimiento de los exiliados (personas que debían partir de sus países porque eran perseguidos y peligraban sus vidas) caracterizó el patrón migratorio de los países de la región”.

“Entre los ’60 y los ’80, Argentina, Uruguay y Chile fueron países de exilio y la mayoría de esos exilios se produjeron hacia países de la región, a pesar del Plan Cóndor”, (operación coordinada por las cúpulas de los regímenes dictatoriales del Cono Sur –Chile, Argentina, Brasil, Paraguay, Uruguay, Bolivia y esporádicamente, Perú, Ecuador, Colombia, Venezuela– con Estados Unidos).

“En ese período, muchos uruguayos vinieron a Argentina a exiliarse y muchos fueron desaparecidos o apresados, cuando se instaló el Gobierno de facto en Argentina, o antes, a partir de la represión que comenzó en 1974”, afirma García.

Veraneo, evasión y chau cepo, con solo saltar el charco

También hay motivaciones económicas y financieras que llevan a un sector de la población argentina a preferir la radicación temporaria en el país limítrofe. Menos controles, menos restricciones, menor carga impositiva hacen que quienes manejan grandes capitales se sientan atraídos por esa alternativa.

No es ningún secreto que muchos famosos de elevado poder adquisitivo tienen propiedades en algunas ciudades costeras uruguayas, donde encuentran su refugio cuando la Afip los pone bajo la lupa.

Uruguay siempre se ha constituido como la Suiza de Sudamérica.

Algunos de ellos prefieren pasar inadvertidos a los ojos de la prensa, pero otros –especialmente figuras del ambiente artístico o mediático– siguen compitiendo por salir en las tapas de las revistas, en temporada de verano, aunque –a diferencia de los ’90, cuando proliferaban las fotos de las mansiones y el cambio de vestuario para las producciones periodísticas– hoy optan por mostrarse más despojados, sin tanta demostración de riqueza que quizás podría desatar indeseables inspecciones.

La investigadora Mariana García explica que “hasta los movimientos migratorios son consecuencia de razones estructurales y de políticas  de los Estados o bien, políticas regionales.

“En ese contexto, Uruguay siempre se ha constituido como la Suiza de Sudamérica, es decir un lugar que si bien no llega a ser un paraíso fiscal, cuenta con condiciones favorables para inversiones financieras e inmobiliarias y sus gobiernos han facilitado la liberalización de medidas y baja de franquicias para que esto suceda. La clase media alta y alta de Argentina tiende a vacacionar en Punta del Este y hacer sus inversiones allí, pero esto último no es nuevo. Se ha dado y  se sigue dando cada vez que sienten que existen restricciones o amenazas de impuestos o de regulaciones fiscales e impositivas que los afectan”, señala, y añade: “Es probable que también ahora, por el afianzamiento del cepo o la amenaza del impuesto a la renta haya argentinos que estén tomando estas decisiones de residir o invertir en Uruguay”.

Acuerdo de Libre Residencia en el Mercosur

Pero también hay razones de origen regional que marcan esta tendencia de algunos argentinos de tramitar la ciudadanía fiscal en Uruguay. Esas razones están dadas por las características que están asumiendo los procesos políticos a nivel regional.

Si vamos a las razones migratorias específicamente, tenemos un Acuerdo de Libre Residencia en el Mercosur, que en nuestro país ya está incorporado a la Ley de Migraciones y establece que cualquier persona que haya nacido en alguno de los países del Mercosur o sus Estados asociados, tiene derecho a la libre radicación en todos los demás.

“En virtud de este acuerdo, como argentinos podemos radicarnos en Uruguay de manera temporaria o permanente. De hecho, los últimos 34 mil uruguayos que vinieron a Argentina entre 2010 y 2018 pueden haber tramitado la radicación, a partir de su condición de mercosureños. O sea que no sería necesaria la tramitación de una ciudadanía fiscal en Uruguay para vivir allí o para hacer inversiones”, explica García y resalta que las estadísticas del movimiento migratorio entre ambos países muestran con claridad, la antigüedad de un fenómeno que nació mucho antes de la pandemia, la Afip y el cepo a la compra de divisa extranjera.