El nuevo avión presidencial es color “crema cielo”, el mismo nombre del gusto del helado, con tono celeste y, se espera que arribe en menos de una semana. De esta forma, el presidente Alberto Fernández tendrá la posibilidad de viajar más cómodo en los últimos meses de su mandato.

De acuerdo a una nota publicado en La Nación, la nave “ya está a punto de terminar de pintarse en Estados Unidos, puntualmente en el Aeropuerto Municipal de Salina, en Kansas. Sólo faltan detalles y, en principio, sobre fines de la semana próxima estará en condiciones de volar a la Argentina”, dijo una fuente al tanto de la operación.

El color predominante del avión será el celeste, similar a un Lear Jet de la flota presidencial, y a los helicópteros que trasladan a Fernández a diario. Es un Boeing 757-256, un modelo fabricado en 2000. Según el Gobierno, la aeronave estaba configurada como un avión comercial y en 2009 cambió su interior por equipamiento VIP.

Entonces, le colocaron cómodos asientos, una cama y baños de lujo. Tuvo una remodelación en 2012. Desde que se conoció la licitación, fue unánime la idea entre los conocedores del mundo aerocomercial, que el avión sería el que se compró.

El interior del avión.

El mandatario inaugurará una nueva serie y ya dispuso que este lleve pintada la identificación ARG-01 en vez del paradigmático T-01, que fue el nombre del anterior avión presidencial. De hecho, en los registros de matrículas de Estados Unidos ya figura con la nueva denominación.

La aeronave fue originariamente de la empresa Iberia y llevaba la identificación EC-HIP, que se inscribió el 24 de abril de 2000. Luego, el 28 de mayo de 2005, cambió de manos y el dueño, Funair Corporation, pasó a anotarla como N757AG, en Estados Unidos. El 13 de abril ya figura como cambiada la titularidad a favor del gobierno argentino y está identificada como ARG-01.

La compra, que se realizó a través de la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI), una agencia de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) creada para uniformar las reglas aeronáuticas globales, seguramente será revisada con lupa. Sucede que hay algunas empresas que intermediaron en la operación. Y en épocas de pagos al exterior con dólar oficial, las comisiones que puedan haberse facturado afuera son motivo de miradas puntuales necesarias para despejar sospechas.

Según el informe periodístico, el Presidente usará el avión para el acto del 25 de mayo, cuando vaya a Tucumán. Además, piensa utilizarlo para ir a Brasil, a fines de mayo, a una reunión de la Unasur convocada por el presidente Lula Da Silva, en la que se dará el regreso de la Argentina, Chile y de Brasil al bloque de naciones que actualmente integran Bolivia, Guyana, Surinam y Venezuela.

Todo el confort en el nuevo avión presidencial.

Polémica

De acuerdo a fuentes consultadas, la nueva adquisición “es un avión que en unos años, con 30 o 35 de antigüedad, y con esa configuración, va a tener cero valor en el mercado. Es invendible y habrá una situación muy parecida a la que se dio con el Tango-01, que compró Carlos Menen”,

Varios coinciden en que la tecnología y el gasto por hora de vuelo es altísimo. “Un Boeing 737, que era el más recomendado, gasta alrededor de 8000 dólares por hora en vez de US$14.000 que es el costo aproximado de este. Pero claro, en el mercado cuesta 50 millones de dólares, y no 21 más el Tango como fue el precio del que finalmente se adquirió”, dijo otra fuente. “Eso es verdad -agregó otra-. Pero tiene valor de reventa en unos años, por lo tanto, el costo de amortización es distinto”.

Un especialista en aviación dijo que “hubiese sido preferible comprar alguna aeronave similar a las que tiene Aerolíneas Argentinas y las Fuerzas Armadas, como el Boeing 737 que hasta tiene simulador en el país”. Pero la debilidad de los compradores de la Argentina por hacerse de este avión y no de otro quedó clara desde el inicio mismo de la operación.

Finalmente, el destino de uno de los íconos de los años 90, el famoso y obsoleto Tango-01. La compraventa de la nueva aeronave tenía como condición llevarse aquel Boeing. Sin embargo, en los hechos, el valor de mercado es tan bajo que la empresa lo llevará apenas por pocos más que los gastos que tiene trasladarlo.

Por ahora, ya se ha pedido la baja de la matrícula local para poder disponerlo y sacarlo definitivamente de El Palomar. Nadie sabe a ciencia cierta si despegará o, por el contrario, si saldrá del país desarmado, como repuesto.