En medio del cemento y el ruido del microcentro de Rosario, un palacio de gran valor arquitectónico destaca por sus formas y su estilo de principios del siglo pasado. Es nada más y nada menos que la sede del tradicional Jockey Club de Rosario, una de las instituciones más emblemáticas de la ciudad. 

El proyecto perteneció al arquitecto francés Eduardo Estanislao Luis Le Monnier. El edificio se fundó en 1900 y en 1915 se inauguró. Se encuentra ubicado en la esquina de Maipú y Córdoba, en pleno centro de la ciudad. 

“Sucedió que una serie de personas que vivía en Rosario, adictos a la carrera de caballos, decidieron formar un club y recién en 1908 se compra de este predio”, contó en el programa Cada Domingo, de El Tres, Juan Carlos Zuliani, socio vitalicio y primer contador de la institución, haciendo referencia a los inicios del club.

El arquitecto ya había construido diversos palacios en Rosario propios del siglo XX, en momentos en que la ciudad se encontraba en pleno crecimiento edilicio. Le Monnier quiso replicar estas construcciones que hizo en Europa, en Buenos Aires y Rosario. En el centro construyó el edificio La Bola de Nieve, ubicado en Córdoba y Laprida. Otro hombre fundamental para el edificiio y para su escudo (caballos), fue Luis Lamas, el segundo presidente de la institución. 

Lamas era el intendente de Rosario en ese momento y fue el creador del Parque Independencia. Además, lo que se deseaba era tener un hipódromo, por su fanatismo hacia las carreras de caballos. Entonces decidió que ese emprendimiento estuviese en el Parque independencia, lugar que hasta el 2006 fue administrado por el Jockey Club de Rosario

“En los estatutos dice que se crea el Jockey Club a los efectos de propender al mejoramiento de la raza equina”, dice Zuliani. 
En cuanto a los rincones de este verdadero palacio, los usos de los salones se han modificado con en el transcurso del tiempo. Se conserva el mobiliario de casa Maple, valiosas obras de arte, y alfombras chinas y persas. En la planta baja continúan los billares y se instaló un comedor de uso diario en el salón que antiguamente fue de entretenimientos. Se amplió el bar y se agregó un baño de damas.

Al piso noble se lo reserva para fiestas, actos culturales y asambleas. Son notables el trabajo de vidrio “cloisonné” de uno de sus salones, y el salón de la ochava, entelado en seda.

En el segundo piso funcionan la presidencia, la secretaría y la sala de reuniones de Comisión Directiva. En ellas se destacan la boiserie de madera de laurel, de diseño posterior a la ejecución del edificio y la importante pinacoteca que alberga. También en el segundo piso se ubicó la biblioteca y todas las salas de juego de cartas, habiéndose anulado los dormitorios.

El edificio cuenta con variados salones que se utilizan para jugar a los naipes, domino, entre otros juegos, y también es un punto de encuentro y ocio para los socios. En el subsuelo se encuentra la pedena, a donde se practica Esgrima que fue el primer deporte que practicó el club desde el año 1902, es decir hace más de 120 años. 

Un club que marcó historia y arquitectónicamente deja un tesoro lujoso en una imponente esquina, muy concurrida por los rosarinos. Un patrimonio local para no perderse.