Tomás Balmaceda es doctor en filosofía, escritor y docente. Acérrimo defensor del lenguaje, lector digital converso y fan de los audiolibros; de chico se entretenía con la máquina de escribir de su papá y de algún modo "prefiguré lo que soy hoy que estoy todo el tiempo tecleando".
Sus libros parten de consumos culturales contemporáneos para hacer reflexiones filosóficas y sus artículos se ocupan con el mismo rigor analítico desde Taylor Swift a Montaña rusa, la famosa novela de los '90.
El último, Cultura de la influencia (2022), analiza la atracción hipnótica de las redes sociales que llama "la fuerza suave" que moldea la sociedad. El Club de Lectura le consultó por la inteligencia artificial y desempolvó a Aristótelos y las estatuas vivientes y serviles de Efesos.
–Solés decir que sos "el nerd de la familia", ¿qué es ser nerd hoy?
–Cambió un montón. Mirá, yo nací en 1980, hoy tengo 42 años y cuando yo era chico ser nerd tenía más que ver con que te gustaran las computadoras cuando las computadoras no eran personales. Yo suelo decir que en muchas ocasiones podés dividir a la gente en qué le pasa cuando escucha la sigla PC. Hay gente, quizás como yo, que PC mucho tiempo fue el Partido Comunista porque era la manera en la que se recibía, después gente un poco más joven que yo, PC es la computadora y hoy los más chicos cuando escuchan PC no saben de qué hablan porque estamos acostumbrados al teléfono celular u otros dispositivos.
Yo soy más de la generación de la Commodore 64, de que quizás tu computadora era una especie de teclado gordo que se sumaba un televisor, no había monitores. Y cuando aparecieron los monitores, eran monitores que se les decía de fósforo, eran negros y verdes, con una estética muy particular.
Por ejemplo, mi papá tenía una máquina de escribir porque era abogado y para mí, muy chiquito, era como la máxima tecnología y yo era muy inquieto, entonces mi mamá y mi papá para que yo no molestara o que pudieran hacer cosas, lo que hacían era: me daban el diario y me decían escribí esto con la máquina de escribir. Yo no sabía ni leer ni escribir, pero ubicaba las letras, así que yo capaz pasaba, no sé una hora entera, escribiendo tres o cuatro palabras mirando ese simbolito del diario y buscándolo en el teclado y apretándolo. Ya de chico de alguna manera prefiguré lo que soy hoy que estoy todo el tiempo tecleando. Eso era ser nerd y de alguna manera, no te digo que era ser impopular porque realmente yo tuve una adolescencia en la ciudad de Campana recontra linda, pero no era el deportista, no era el más popular ni entre las chicas ni los chicos y yo creo que hoy ser nerd es distinto, ¿no? Como que alguien que te dice soy científico de datos o me dedico a la programación, o tengo un startup de tal... Bueno, se ve distinto de cuando yo era chico.
–Pienso en la inteligencia artificial, ¿hubo algún filósofo que pudo avizorar esto?
–No quiero ponerme ni en catastrófico ni en místico, pero ya de alguna manera Aristóteles hablaba de esto. En Ética, que es uno de los libros clásicos de la filosofía universal, uno de los de los libros, posiblemente más leídos de la humanidad. Te estoy hablando del siglo V antes de Cristo. Los griegos creían que Efestos, que era el dios de la fragua, el dios de lo metálico, de justamente de la ingeniería en ese momento, creían que Efestos en el Olimpo había creado estatuas vivientes, estatuas que eran estatuas de metal que se podían mover y que realizaban tareas como, por ejemplo, en los banquetes de los dioses, llevaban la comida o realizaban ciertos trabajos. Eran robots, básicamente. Es la idea que tenemos de los robots.
Y ya Aristóteles se preguntaba cuando hablaba acerca de la esclavitud... decía que la esclavitud era una práctica aceptada en la Grecia del siglo de Oro, y ya ahí en Ética, Aristóteles se preguntaba si alguna vez las estatuas vivientes de Efestos llegan a nuestra realidad, vamos a tener que replantear la esclavitud. O sea, ya estaba la idea, muy contemporánea hoy de que una inteligencia artificial o que la tecnología iba a reemplazar a las personas en sus lugares de trabajo. Y eso para mí es súper interesante.
Creo que siempre hubo una atención o una preocupación acerca de esos impactos de la tecnología y quizás hoy estamos un poco más maravillados o asombrados por la inteligencia artificial porque es un tipo de tecnología que justamente busca ese asombro, pero no hay duda de que la filosofía siempre se interesó. Hay mucho escrito acerca de la ciencia, acerca de la técnica, acerca de la diferencia entre técnica y ciencia, o la ciencia aplicada y ciencia pura. Me gusta Aristóteles porque de alguna manera las preocupaciones cotidianas de 2023 ya estaban 500 años antes del nacimiento de Cristo.
–Esa inteligencia artificial ya reemplaza algunas actividades mecánicas del ser humano pero, ¿creés que va a poder reemplazar su creatividad?
–Yo creo que lo estamos explorando ahora. Mi intuición es que no. Digo, lo estamos explorando ahora porque muchas personas conocimos chat GPT o cuando empezamos a entender más Midjourney o todas esas aplicaciones que hacen dibujos. Quizás hoy lo representamos en este momento con esa famosa imagen del papa Francisco con (campera) Uniqlo que muchas personas creyeron que era cierto y había sido generado por inteligencia artificial. También hay muchos textos que hoy descubrimos que pueden ser generados por estas plataformas, entonces estamos explorando eso.
Mi intuición es que ser creativo involucra más que simplemente crear, aunque no todo tenga que ser necesariamente una pieza de arte, una obra de arte, pero bueno, son todas creaciones. Yo creo que le estamos encontrando el lugar a la inteligencia artificial como una herramienta. Quizás el libro que muchas personas están hablando hoy es el de (Jorge) Carrión el autor español que escribió en Los campos electromagnéticos, que exploraba con chat GPT.
Él le dice “el Carrión espejo”, él creó o actualizó una red neuronal para que escriba como supuestamente escribe él porque lo alimentó con todos sus textos. Yo creo que estamos viendo territorios.
Mi intuición, puedo estar equivocado, es que finalmente cuando estas herramientas las podamos usar todos y estén bastante democratizadas, va a hacer que la creatividad humana sea todavía más importante, y todavía más relevante porque en muchos sentidos cualquiera va poder acceder a esas plataformas para hacer textos sencillos, pero aquellos textos que son creados por un humano, o que tienen ese toque de originalidad, de coyuntura, un punto de vista, que es algo que una inteligencia artificial no tiene, creo que ahí va a ser todavía mejor recibido que lo que es recibido el texto más genérico que se va a volver con un poquito más de calidad, pero homogéneo.
–¿Seguís encontrando en la filosofía la respuesta para todo?
–Para todo es mucho, no. Para mí el error más frecuente de las personas que se acercan por primera vez a la filosofía o que nunca se acercaron es cierta idea de que las preguntas filosóficas no tienen respuesta. Es un error porque en realidad tienen muchas respuestas, o sea, el problema es que no tienen una sola y que no nos ponemos de acuerdo y que es posible que nunca nos pongamos de acuerdo, pero tenemos que dialogar y un poco la filosofía como área de la reflexión, surge ahí, de ese diálogo, de esas ideas.
Yo creo que la filosofía es un campo muy fructífero para tiempos como éstos, tal como la concibo yo, yo soy un filósofo analítico. Yo creo mucho en el poder del lenguaje, creo mucho en ser cuidadoso a la hora de usar las palabras, de usar los conceptos, cuidadoso a la hora también de reflexionar en el sentido, de encontrar un orden lógico, tratar de no cometer falacias, tratar de razonar de una manera que sea honesta conmigo, pero también honesta con las otras personas que me están escuchando para que digan “esta idea tiene sentido o no tiene sentido”.
Para mí la clave es que la tecnología no se entiende en el vacío, se entiende en el marco de una sociedad y muchas veces cuando nos reímos porque vemos la lista que en 1950 decían que iba a pasar en 2020, y quizás eso eran autos que vuelan, una mini pastillita para volverte joven, cosas así, nos reímos. “Qué bestias que son, qué ignorantes...”. Y en el fondo el error es que muchas veces pensamos más en la tecnología y como si su avance fuese autónomo y no en la sociedad.
Nosotros estamos requiriendo ciertas cosas. Nosotros agarramos la tecnología y lo utilizamos de ciertas maneras. Por suerte le ponemos límites a esos desarrollos. Entonces para mí lo más interesante es usar la filosofía como herramienta y agarrar la tecnología pero mirarla cómo se inserta en la sociedad.
–¿Qué lecturas recomendás para alguien que recién se inicia en la filosofía?
–Voy a ser muy sincero y de corazón y esto no es peyorativo de nadie ni con ninguna generación. La lectura es un hábito arduo y la lectura de la filosofía es muchas veces un hábito doblemente arduo y eso requiere un tipo de conducta que no es nada difícil de conseguir, pero que hay que cultivar. Entonces quizás para arrancar, yo prefiero un podcast, prefiero un canal de Youtube, prefiero otros acercamientos que la lectura tradicional porque yo creo que ese es el punto o la puerta de entrada para que muchas personas se animen a lanzarse a leer, porque no siempre leer es algo que te va a traer una satisfacción inmediata. No estoy hablando de literatura. No estoy hablando de poesía. Estoy hablando de la filosofía y más tal como la concibo yo de forma analítica. A veces yo siento que sigo leyendo tres carillas y que estoy discutiendo con mis colegas, con mis amigos, con mi grupo, las mismas tres carillas. No es leer tres carillas en 5 minutos, es más complejo. Entonces, en principio, a mí me gusta más esta idea de que busquen del tema que quieren hablar: buscan “filosofía + algo” y fíjense qué aparece.
Ahora hay toda una tendencia, una moda de vídeoensayos, ensayos que los ves por YouTube. Hay una gran filósofa que trabaja estos temas, su usuario es Contrapoints, como contrapuntos, es muy clara, tiene subtítulos perfectos porque no son subtítulos automatizados, y no solamente eso, sino que vas a su web y todo ese videoensayo está escrito en texto. Entonces es una manera. Y las temáticas que tocan tienen que ver con la cancelación por ejemplo, pero también con una escuela filosófica que ahora tiene mucha relevancia que son los estoicos, que parece que nos dan muchas herramientas para pensar nuestra vida contemporánea.
Yo me acercaría primero a eso y luego trataría de encontrar con qué autores yo me siento cercano. Y después reconocer que lanzarme a leer un texto del siglo XV, o incluso de comienzos del siglo XX, La ética aristotélica, que nos retrotrae a miles de años atrás, tiene sus dificultades.
Por supuesto como todo lo difícil, cuando lo lográs es buenísimo. Hay un viejo texto griego, τά καλά, “difíciles las cosas bellas”. Es una una frase de un diálogo de Platón. A veces pasa eso, las cosas lindas, las cosas que nos enriquecen, las cosas que nos satisfacen ofrecen muchas veces algún obstáculo y la lectura filosófica tiene eso.
Estamos en una época de TikTok que todo es rápido, todo es automático, que si algo no me gusta lo paso... La filosofía ofrece otra cosa, para mí como yo les dije es realmente la herramienta con la que yo pienso mi vida, el prisma con el que yo lo aplico en un montón de ámbitos, no solamente la académico, pero requiere un cierto hábito que no es difícil, que no es snob, no es restrictivo, es totalmente inclusivo, es para cualquier persona que es curiosa, pero tenés que ponerle un poco de disciplina, un poco de esfuerzo.
Como a mi me gustan las cosas pop, a veces me ponen la idea de la filosofía pop y para pelear, me gusta hablar más de la filosofía punk. ¿Pero, por qué punk? Porque la filosofía se opone a muchos de los valores que hoy tomamos como masivos, por ejemplo, la productividad. Es más difícil que yo me ponga a leer un texto y que yo después te diga, charlemos mañana porque hoy leo y mañana tengo una idea. Y a veces no pasa eso. A veces la filosofía tiene que ver con una lectura que, con suerte, es una lectura que te hace feliz o que es satisfactoria; muchas veces es una lectura donde te terminás peleando, te encontrás con alguien que piensa distinto que vos o alguien que no entendés que dice. Vas, volvés, y todo eso no es fácilmente traducible en un producto que se pueda vender por decirlo de alguna manera.
Cuando yo estudié filosofía a comienzos del siglo, yo empecé a estudiar filosofía en el 98, los dos prejuicios que había, uno era que me iba a volver un zurdo marihuanero, y la otra era de qué vas a trabajar . Porque si estudiabas Derecho la gente más o menos imagina qué vas a hacer aunque podés hacer de todo. Si estudiás Medicina... contador, ingeniero. Con la Filosofía... a mí no me da miedo eso, me parece desafiante. Pero también es desafiante que las cosas que yo hago, las cosas que hacen mis colegas, no necesariamente se enmarcan en un producto de venta o en una actividad, medible y eso puede resultar inquietante, pero también está lleno de posibilidades.
–¿Qué estás leyendo ahora?
–De todo. El cambio más grande en términos de hábito de lectura que tuve fue hace cinco o seis años cuando realmente mi biblioteca explotó. Yo me mudé, estoy casado con alguien que estudió Letras, así que tiene muchísimos más libros que yo, y yo tengo muchos. Y cuando nos mudamos el tema libro como objeto físico fue un dramón. Y creo que es algo de lo que no se habla mucho, es muchísimo espacio, es muchísimo peso.
Cuando empecé a trabajar de profesor un día tuve tanto dolor de espalda que fue un kinesiólogo y el kinesiólogo me dice “¿y vos qué sos?”. “Soy profe, ¿cómo puede ser que me duela tanto a la espalda?”. “Levantá la mochila que trajiste”.
Y yo tenía una mochila en donde llevaba mis libros de dar clases, a veces una compu con un proyector. Vas sumando cosas. Yo además llevaba la mochila de un solo lado. Consejo para la vida: hay que llevar las dos tiras.
Bueno, qué me pasó los libros: pesan un montón y ocupan un montón de espacio. Entonces cuando nos mudamos juntos tuvimos que tomar decisiones y la decisión que yo tomé –espero que ahora no me cancelen en redes sociales– fue regalar muchos libros y además de regalar, tirar muchos libros que es otro tabú. Porque tampoco es que las bibliotecas están con los brazos abiertos para recibir porque no hay más espacio y porque muchas veces hay libros que nadie quiere leer. Punto. Es así, somos todos felices, pero es así. Entonces, tirar un libro para mí es como tirar comida. Mi abuela Ángela, si había pan muy duro, antes de tirarlo, lo besaba. Besaba el pan y lo tiraba como para suplir esa culpa. Yo no llegué a besar libros. Y mis amigos muchas veces están invitados a agarrar libros de mi biblioteca, mis vecinos también, pero tiré un montón, tiré a la basura literal, lo puse al lado de un tacho. Y estoy contentísimo que seguramente alguien acá en la ciudad de Buenos Aires, un reciclador urbano se hizo unos pesos porque es papel. Fue hace cinco años y dije tengo que leer digital, que es otro hábito, otro aprendizaje. Fue muy difícil. Ahora yo soy un converso, a donde voy, yo les digo tienen que leer digital.
Porque yo por trabajo, por obligaciones, vivo viajando y tengo mucho de mi biblioteca acá en el teléfono celular. Tengo un teléfono lindo, con lapicito. Yo no podría vivir sin el lapicito porque subrayo con eso y tomo apuntes.
Entonces, todo el tiempo estoy leyendo y estoy leyendo un montonazo digital, para clases, para cosas que quiero aprender, para entender.
De lo que estoy leyendo no digital y no filosófico, porque de hecho estoy en mi escritorio. Acabo de leer el libro de un amigo que se llama Juan Ruco, se llama La democracia en peligro, lo editó Paidós, un amigo que fue también alumno mío. Esa es mi edad de Matusalén que ya tengo alumnos y alumnas que se dedican a eso y Juan es un gran analista de la cultura digital y este libro de alguna manera es una puerta de acceso para entender la política detrás de los memes. Y uno dice, ¿qué tendrá que ver? En época electoral, ya estamos viendo cómo eso digital y estos lenguajes de estas comunidades, a veces hablamos mucho de Twitter o hablamos de Instagram o lo que pasa en Facebook que son comunidades abiertas, pero hay otras comunidades, las comunidades de 4chan, las comunidades más vinculadas con Reddit, que en muchos casos tienen un rol central, por ejemplo en la toma del Capitolio en los Estados Unidos o en algunas de las cosas que sucedió con (Jair) Bolsonaro en su presidencia anterior en Brasil. Me recontra gusta y me encuentro con algo lindo y es leer a un amigo, que eso también es una experiencia. Creo que todos tenemos un amigo que escribió algo, algo muy grande, algo más chiquito, algo editado de manera casera o independiente, algo editado por una editorial grande y eso siempre es lindo, ¿no?
Yo siempre tengo un libro en la mochila, pero porque tengo que leer algo, porque tengo que dar clases, pero a veces te pasa que te ocurre algo en donde no podés, entonces para mí empezar a entrar al mundo de los libros electrónicos es una buena manera y yo también soy bastante devoto de los audiolibros que también tienen una fama rara, pero consumo un montón. Lo consumo por una plataforma yanqui, que es bastante cara, es mi gusto hedonista más caro porque es en dólares y tiene un sistema de suscripción. Yo viajo mucho y en muchas partes de la ruta no hay radio y es un tema qué escuchar en la radio, no siempre es piola. Y para mí los audiolibros me recontra sirven.
Me pasó en el segundo de los viajes que hice Rosario que me acompañó una colega, una amiga, que teníamos que ir a dar una charla juntos. Nunca había escuchado un audiolibro. Yo encima lo escucho en inglés y me daba vergüenza, pero eran cuatro horas y pico y yo tenía ya en mi cabeza que tenía que escuchar eso y le digo, “mirá, voy a poner este audiolibro”. “Bueno, dale sí”. Yo manejaba, la invité, no tenía muchas opciones. Era eso o que me pagara la nafta, así que no le quedó otra, pero a pesar de que quizás ella me dijo, “no sé tanto inglés”, nos re metimos en el libro. Bajamos a cargar nafta, paramos y los dos quedamos como “bueno, ahora tenemos que seguir con el libro”.
Yo creo que es una experiencia que hay que recorrer. Hay audiolibros gratuitos en Spotify, en Youtube Music, en Youtube. ¿Es para todos el audiolibro? No. ¿Es para cualquier libro? No.
Si es un libro que tengo que estar con mucha atención no puedo porque yo ya aprendí a leer subrayando, es mi forma de leer, pero para otras cosas te acompaña un montón y haces que esos momentos que a mí me recontra embolan, cuando manejo o cuando estás haciendo gimnasia caminando arriba de una cinta, a mí me lo vuelven distinto.
–Dos bibliotecas separadas en casa, ¿hay lecturas en común con tu pareja?
–No, no muchas. Soy socio de una sociedad de filosofía acá en Buenos Aires, igual es nacional, tiene muchos socios y socias de distintas partes del país. Hicimos un seminario, un workshop, sobre una emoción muy particular, capaz escucharon en Internet, que se llama cringe que en principio parece ser la vergüenza ajena. Y charlábamos de las cosas que nos daban cringe y alguien dijo “a mí me da cringe lo que me recomienda seguir Instagram o la lupita de Instagram”. Porque habla de lo que soy: a veces ves ropa, a veces ves culos, a veces ves un libro, a veces ves un político, a veces ves a alguien que odias, pero que querés seguir viendo por gusto y recordamos, y fue interesante esa famosa frase tan repetida de (Jorge Luis) Borges que “yo no siento orgulloso de lo que escribí, sino de lo que leí”. Y Ariel Schettini nos contaba, este poeta crítico literario, cómo en Argentina es más común la biblioteca privada.
Quién de acá no fue a una cita, sea de Tinder, más formal, menos formal, vas a la casa de alguien, esa persona va al baño, vos a buscarte agua y yo me meto a ver los libros que tiene y saco conclusiones, después veo si me quedo o no. Nunca me pasó que vi una biblioteca tan fea que de una cita me escape, y a veces lo que estás buscando en una cita no es un gran lector o una gran lectora.
Y él decía cómo es en Estados Unidos que es distinto: en Estados Unidos es más la biblioteca pública. Las ciudades o las universidades forman más su identidad a partir de las bibliotecas que tienen y me parece una idea interesante y tomo con esto que estamos charlando acá. De alguna manera creo que tu biblioteca habla mucho de vos, incluso cuando hoy uno dice “este es un nerd que tiene 10 mil libros”. La gente no es así, ese mundo ya se murió. Pero estamos leyendo un montón entonces hay algo también de “¿qué pasa en las redes sociales? ¿con el algoritmo que dice que me conoce y que me va a decir cosas que me van a interesar cuando yo soy un tipo sofisticado o soy un tipo de tales gustos? ¿Cómo puede ser que me recomiende eso? Es un error”. Creo que hay algo muy personal.
Puntualmente con Franco, con mi esposo, él subraya todo el tiempo los libros, lee subrayando, cuando nos hemos cruzado libros están subrayados. Yo subrayo sólo lo académico o subrayo algo de una manera muy distinta. Hay algo ahí también de cómo estudiaste o cómo aprendiste a leer que es muy distinto. Yo más que subrayar, pongo simbolitos, tildes, cosas que es una especie de lenguaje privado que tengo y que lo entiendo.
Insisto, en la Sociedad de filosofía tenemos una biblioteca muy grande, la biblioteca de filo analítica más grande del continente y algo increíble es que muchas veces, cuando algún gran filósofo fallece, su familia nos dona su biblioteca y a veces hay títulos repetidos, pero capaz hay un título, no sé, de Carlos Nino que es el el gran filósofo del Derecho argentino, uno de los grandes. Un libro con anotaciones de él en el margen, entonces ese libro está vivido y tiene algo que quizás nunca expresó en un paper o en un libro, pero es una ventanita a cómo leía y creo que eso también es súper interesante.
–¿A qué libros recurrís siempre?
–Sí, básicamente los de Filosofía y los que son más enciclopédicos. Hay uno que también uso un montón que tiene otra cosa particular. Yo cuento muchas anécdotas, pero siento que hay personas que se van a sentir muy representadas. Cuando estudié, a partir del '98, '99, me vine a vivir de mi ciudad de Campana a la ciudad de Buenos Aires y no tenía un peso, como mucha gente que viene a estudiar y que cambia de ciudad. Yo empecé a trabajar a los 23, al principio mis viejos me ayudaron un montón, entonces no tenía mucha guita y me costaba comprar libros. Compraba muchas fotocopias e incluso la fotocopias eran costosas, entonces yo compraba mucho de Porrúa, que es una editorial que capaz ubiquen, que es una editorial muy pedorra, porque van a ver que tiene sus textos a dos columnas, un sistema muy raro... Esta traducción es una mala traducción, es una traducción fea de un texto clásico recontra importante. Hace 23 años que me acompaña. Entonces, la sigo usando y hay partes que me acuerdo de memoria dónde están.
Para mi es muy querido. Lo charlábamos al comienzo, con qué empiezo a leer Filosofía, Meditaciones metafísicas de Descartes es un texto bellísimo que te llena de ideas que es muy ágil, que tiene sus siglos, pero que sigue siendo muy relevante y me encanta darlo en clase, disfruto mucho el momento del año en que tengo que dar ese texto porque como me gusta mucho, siento que puedo transmitir lo que yo siento por la filosofía en ese texto. Y la verdad es que no tengo la mejor edición, no tengo una edición cheta, canchera, bilingüe –muchos de mis libros por trabajo son bilingües, de una página tienen el texto original y luego la traducción en español–, pero le tengo mucho, cariño y cada vez que lo saco me acuerdo que durante muchos años fui un estudiante con apenas lo justo pero ahorraba para comprarme la edición que me alcanzaba con los pesitos que tenía de más.
El libro es como una biografía, como parte de la biografía de uno: lo ves y entrás a la vida de otra persona.
Más popular