Las fechas de aniversarios redondos promueven homenajes, actos formales, anuncios de novedades y probables historias desconocidas, pero también convocan a reflexionar. En este caso se pensó qué aprendizajes conllevó el estallido del edificio de Salta 2141 en torno al elemento que llevó a semejante tragedia a niveles históricos. El compuesto de metano, propano, butano, dióxido de carbono y nitrógeno molecular: el gas. El “asesino invisible” como le llaman algunos vecinos damnificados y familiares de las víctimas.
Además de duelar la tragedia, de preguntarse por los resultados de la Justicia, recordar qué estaba haciendo cuando estalló la válvula de seguridad en la planta baja llevando la presión de gas por todos lados y una chispa abrió la llamarada, cabe preguntarse si los ciudadanos, el Estado, las instituciones, incorporamos la conciencia en torno al asunto del gas.
Cada año se estima que fallecen unas 200 personas en el país por monóxido de carbono, y entre cuatro y seis son del Gran Rosario, algo evitable con mantenimiento anual de los artefactos. Cada año se realizan reformas de gas sin pedir habilitación de la distribuidora Litoral Gas, para ahorrar dinero y tiempo, a través de gasistas sin mucha experiencia ni escrúpulos, como solución ante la espera de recomponer un servicio que puede llevar meses.
Cada año las escuelas siguen con problemas en sus instalaciones para calefaccionar, teniendo en la comunidad educativa su propia tragedia: la explosión que mató a dos docentes en Moreno en 2018. Cada año se construyen decenas de edificios en la región, y para evitar que ingresen en la larga espera de habilitación del gas, se adaptan de forma eléctrica.
Cada mes se denuncian más de 100 robos de medidores en los frentes de las viviendas, y se desconoce cuántos robos ocurren sin denuncia para evitar quedar meses sin servicio de gas en los hogares. También se realizan instalaciones precarias en localidades donde no llega la red de este servicio, y su calidad de vida depende del uso cotidiano de garrafas. Es decir, son muchas las situaciones que diez años después del estallido del edificio producto de una fuga de gas, en calle Salta 2141, ocurren y llevan a cuestionarse como sociedad si algo se ha aprendido.
La enumeración narrada es un panorama que fue detallado por un erudito en el asunto, en diálogo con Rosario3: Hermes del Rey, gasista matriculado, formador de gasistas y docente en el Centro Provincial de Formación Profesional Nº 2, quien continúa estudiando el asunto del gas, ya que ahora se encuentra empezando una maestría.
Del Rey aseveró que “Salta 2141 fue la mayor tragedia a nivel nacional, y para que nunca más vuelva a ocurrir algo así, hay que enfatizar en la seguridad y en ajustarse a la norma, y a eso nos abocamos los docentes en la carrera de gasistas”.
Reconoció que nunca antes de la explosión de Salta 2141 pensó que algo así podía ocurrir, pero también compartió su certeza, en la que desde entonces entendió que “esto puede volver a ocurrir, y de hecho ocurre, como con la tragedia en la escuela de Moreno, que generó refacciones del gas en todas las escuelas del país” (ver apartado).
Las tragedias cotidianas no detectadas: la muerte blanca
Si bien el conocedor asegura que lo de Salta 2141 generó algo más de conciencia sobre el gas en la sociedad, en los gasistas, y también a la distribuidora Litoral Gas, “sigue habiendo cada año cuatro o cinco muertes por monóxido de carbono en la región, y en el país mueren unas 200 personas, y eso sucede porque pocos hogares hacen mantenimiento cada año de sus artefactos de gas para comenzar a usarlos en la llegada del invierno".
Entonces graficó: “Doscientas personas, si lo pensás, es un avión jumbo entero de gente. Es que muchos no saben la importancia del mantenimiento. Y otros, por priorizar lo económico, se contrata a gasistas inescrupulosos, que quizás aprendieron alguna cosa, pero lo que no se dimensiona es que los gasistas trabajamos con la vida de las personas. Hace algunas semanas murieron dos mujeres en Puerto General San Martín. Con conciencia y mantenimiento, esas vidas se salvaban”.
A la muerte por inhalación de monóxido los gasistas le llaman “la muerte blanca”, apuntó, y recordó que “los síntomas suelen ser muy comunes a otras cuestiones, entonces no despiertan alarma. Genera mareos, dolor de cabeza, cansancio y adormecimiento, dolores musculares. Así uno puede no darse cuenta que le está ocurriendo, por ser síntomas similares a cualquier día de trabajo que da cansancio”.
Recordó entonces que para evitar esta otra tragedia producida por el gas, que “cada año antes del invierno se debe llamar a un gasista para que realice el mantenimiento sobre los artefactos de gas de la casa”; y que esto “debe hacerlo un matriculado, no un amigo que se da maña”.
El embudo de las habilitaciones y rehabilitaciones del gas
A partir del estallido del edificio en Salta 2141 una situación recurrente es que haya largas esperas para la habilitación del gas en casos de edificios nuevos, y la misma larga espera para las rehabilitaciones tras reformas de readecuación a la norma. Un embudo de esperas. “No sé si faltarán recursos humanos, lo que sí sé es que Litoral Gas se volvió más exigente con las normas en el control de las instalaciones”, aseveró Del Rey.
Lo que ocurrió en 2013 llevó en un primer momento a un temor tal de que ocurra algo semejante, que ante el primer indicio de olor a gas o una pérdida, se realizaron múltiples denuncias e inspecciones, y al realizarlas, Litoral Gas cortaba el suministro hasta sea realizada una refacción correspondiente. Así lo afirmó una fuente de la empresa: “Lo que pasó tras el estallido es que la sociedad cobró la conciencia, y en un año aumentó en un 100% las denuncias por olor a gas, y las cuadrillas hicieron revisiones y cortes como loco”.
Sobre este asunto, Del Rey ahondó: “En la ciudad aumentó 10 veces en estos 10 años el consumo de gas porque hay cada vez más habitantes. Donde era una vivienda de cuatro personas, hoy es un edificio de 150. Pero la red de distribución sigue siendo la misma”.
Opinó que “hay una falencia en inversiones de los tres servicios (también los de luz y agua). En todos estos años con el aumento de densidad poblacional nunca vi cambios en la red de agua en el centro, donde vivo, por ejemplo”. En torno al gas, la solución fue crear el fideicomiso de propietarios para ampliar la red, donde las extensiones nuevas de la distribuidora fuera costeada con 15 mil pesos por cada uno de ellos.
Pero luego de esa primera tendencia de denuncia de pérdidas de gas ocurrió lo que al educador de gasistas más preocupó, y fue lo opuesto: la tendencia a no denunciar para evitar que los vecinos quedaran sin servicio de gas durante meses, incluso años, solicitando refacciones clandestinas a gasistas. “En cada clase y capacitación que damos, enfatizamos en la seriedad del trabajo del gasista, que tiene muchas vidas en sus manos, entonces instamos mucho en las medidas de seguridad y en no realizar refacciones por fuera de las normas y de la regulación de la distribuidora provincial”.
Otro es el cantar de los consorcios que responsablemente deciden en algun momento adecuarse con refacciones a la norma del gas, invirtiendo su dinero en obras que llevan meses de realizar, y cuando son terminadas, piden la rehabilitación a la distribuidora. Ésta les corta el servicio, y la espera para que inspectores rehabiliten puede llevar medio año.
Así relató P. M., una vecina de Pichincha: “Nuestro edificio es de propietarios. Contratamos a un gasista especializado en las normas para la ventilacion, para evitar tener fugas, y también evitar que nos corten el servicio. Llevó un año hacer esas obras, y cuando avisamos a Litoral Gas, una empresa tercerizada vino a cortar el gas. Pensamos que iban a venir enseguida con un inspector, pero pasó el tiempo: el primer turno al departamento testigo, ahí de nuevo pedimos turno de cada departamento. Desde que terminamos la refacción y avisamos, hasta que nos habilitaron, estuvimos cinco meses sin gas, lo mismo que queríamos evitar. No sé por qué, si es burocrático o les faltan inspectores. Y lo absurdo fue que nos hicieron meter una rejilla chiquita dentro de otra rejilla que era gigante. Hicimos un agujero adentro de esa rejilla para meter la otra”.
En las nuevas construcciones, como salida a las esperas por la habilitación, muchos edificios se pasaron al sistema eléctrico, y en esos casos ocurre la sobre demanda de energía que muchas veces genera desabastecimiento en barrios de la ciudad. “Hay una torre de Puerto Norte que consume lo mismo que la ciudad de San Lorenzo entera”, confió una urbanista de confianza a este medio.
Según Del Rey, la decisión de habilitar edificios sin gas es “para sortear la normativa de la ventilación, instalando sistema eléctrico en la calefacción y cocina”. Pero la arquitecta urbanista antes mencionada opinó que “no es tanto por los requerimientos de la normativa, sino que tardaban tanto tiempo en ir a revisar, quizás porque subió su exigencia o son pocos inspectores, o las dos cosas. Muchos edificios los construyen con instalación de gas hecha, y por esperar meses sin ser habilitados, entonces readaptana sistema eléctrico”.
El asunto es que el servicio de electricidad es más caro que el gas, y “no es eficiente a nivel cambio climático. No es bueno que se construya de esa forma solamente”, enfatizó la especialista.
En los años posteriores a la tragedia en calle Salta, la mayoría de las empresas constructoras de la ciudad avalaron y fomentaron la creación del fideicomiso mencionado anteriormente, para juntar el dinero necesario y se amplió la red de gas de la ciudad.
"Es cierto que todo se agravó tras la tragedia de calle Salta. Es lógico, pero no la demora, porque el costo de ese mayor control lo afronta el usuario y la empresa no pone nada, su margen de rentabilidad sigue intacto", había declarado en torno a esto el responsable de la Oficina de Defensa del Consumidor municipal, Antonio Salinas en diálogo con otro medio en 2016.
Sobre el desarrollo de edificios y su adaptación al sistema eléctrico para sortear las demoras del gas en estos diez años, este medio consultó a una representante de la Asociación de Empresarios de la Vivienda, la cual respondió no tener comentarios al respecto.
Normas y fallas en la comunicación con los gasistas
Consultados por este medio, desde la empresa distribuidora provincial aclararon que “las normas son las mismas desde 1985, no es que se modificaron tras la tragedia de Salta 2141”. Se trata de las normas NAG, del Ente Nacional Regulador del Gas, que si bien “en general no han cambiado en más de 30 años”, fueron sumando “agregados de especificaciones como de rejillas de ventilación y nuevos materiales, dimensiones y modelos, como en 2008, dar mas precisión a la ventilación”.
Entonces, aunque son las mismas normas, uno de los problemas que detectó el formador de gasistas se encuentra en la falta de circulación de cada agregado que deben aplicar en sus trabajos los gasistas matriculados.
“La normativa debería ser clara y sin grises. Pero tiene cosas que no van más, y las modificaciones tienen que aparecer escritas”, se quejó Hermes del Rey sobre este asunto que es a nivel nacional. El problema es que “cada actualización que tiene (que son constantes), no hay un aviso o una circular. Se enseña boca a boca. Los gasistas precisamos que ENARGAS nos enseñe cada cambio para que lo apliquemos. Es un problema serio, porque los clientes nos pagan por un servicio y al cumplirlo no sabemos si estamos aggiornados a la norma”.
En torno a este asunto clave, el formador afirmó: “Percibo en este tema puntual un malestar en los gasistas, un mar de fondo, cada vez que les rechazan un trabajo y no hay explicaciones de alguien sobre qué está mal o qué falta en sus proyectos presentados, porque no hay quien los atienda”.
Esto deviene de que la distribuidora Litoral gas pasó de un sistema presencial a uno informático desde la pandemia: “Desde la virtualización del sistema, no volvieron a atendernos inspectores, cuando los instaladores nunca fuimos capacitados para relacionarnos con su sistema web. Cuando rechazan papeles, no siempre explican qué hay que modificar. Debimos aprender solos a manejar la web a los ponchazos”.
Reflexiones en torno a la explosión de Salta 2141
Hermes del Rey dijo con franqueza toda su mirada en torno a lo ocurrido en la explosión que se llevó 22 vidas y dejó mas de 60 heridos, y miles de ciudadanos damnificados. Entre las varias cosas analizadas, coincidió con la mirada de aquella fiscal que llevó la causa desde minutos después de lo ocurrido, Graciela Arguelles: “Hubo un conjunto de responsabilidades compartidas, la cadena de negligencias: el gasista, la distribuidora y los administradores del edificio”.
Según asegura en su oficio, “hasta el estallido el descontrol era importante en todas las partes”. Y sobre el gasista Carlos García, quien resultó único imputado con condena en la causa, reflexionó: “De solo pensar en él me da piel de gallina, porque sobre sus espaldas pesan las 22 muertes. Yo no podría seguir viviendo. Pero creo que fue el chivo expiatorio porque no es el único responsable”.
La administradora “durante meses no quiso escuchar las quejas del olor a gas”, y sobre la responsabilidad de Litoral Gas, planteó: “Las llaves de paso seccionales no estaban operativas, y por eso tardaron dos horas en apagar el fuego que siguió extinguiendo la cuadra. Se habrían podido cerrar con una manija fácilmente si funcionaran”.
Sin embargo sobre ese asunto, una fuente de dicha empresa distribuidora fue consultada por este medio y lo desmintió: “No es que hay una llave de gas en cada cuadra. Son redes soldadas sin llaves, soldadas en cada esquina. Y para cortar la corriente del gas se perforó la vereda con obturadores, esto hicimos y obstruyeron el paso. Y la llave del edificio estaba prendida fuego por la explosión, no se podía cerrar esa válvula en medio del fuego”.
Justamente sobre la llave de paso, Del Rey aseguró: “Los gasistas no tenemos permitido tocar la llave de paso de acceso a la vivienda, pero se hacía bajo acuerdo con la distribuidora. Después del accidente ya no se permite”.
Esa llave fue lo que se descompuso cuando fue el accidente de Salta, recordó Hermes: “La llave no cerró, se rompió el regulador de presión, y entró toda la presión de la red dentro del edificio. Entonces no había ninguna otra llave interna al edificio que pudiera soportar esa presión, y barrió todo el cierre hermético, saliendo el gas por todos lados. Una vez lleno todo de gas, cualquier chispa al prender una luz o abrir la heladera, generó el que llamamos ‘triángulo de fuego, de oxígeno, gas y una chispa, para producir la explosión”.
El experto en el gas afirmó que tomó conciencia de la gran responsabilidad: "Los gasistas no somos como cualquier oficio, es una profesión, porque la firma de un trabajo hecho tiene responsabilidad legal por 10 años, y responsabilidad moral ante la sociedad. Esto puede volver a ocurrir, y ocurre, hay explosiones de viviendas permanentemente. Hace poco hubo otra en Buenos Aires, y en junio pasado pasó en París de forma similar a Rosario”.
Lo que les explica Hermes a los alumnos y ex alumnos cuando le consultan si tomar un trabajo ilegal, es que “si un gasista hace una instalación fuera de norma, acarrean en su conciencia una tragedia toda la vida, por más plata que gane. No hay que hacer nada que no esté bajo la normativa”.
Después de Salta 2141, para él algo cambió, y para algunos no cambia más: “Hay quien no le interesa la normativa, y hay quienes trabajan a conciencia. El del gasista es un rol social, no es cualquier formación y eso le aclaro a los alumnos cada año: es anual, con carga horaria y mucha exigencia porque entendimos que un error lleva a una tragedia”.
Sobre el nuevo flagelo del robo de flexibles y medidores en la ciudad
Cajas de cemento, alambres de púas, o enrejados fueron algunas de las formas “creativas” que vecinos de la ciudad aplicaron en el último tiempo en sus medidores de gas o de agua en la entrada de sus viviendas, cansados de que les roben esos reguladores o el flexible. Sin embargo, todo cerramento de la caja del gas en el exterior, podría agravar una situación de fuga o explosión.
Hubo meses que se realizaron más de 100 denuncias por estos robos, pero también hay quienes deciden arreglar sus medidores sin denunciar. Ahí corren otro riesgo importante. “Manipulando una pérdida de gas sin que vaya Litoral Gas a cerrar la válvula, es riesgoso”, aseguró un vocero de Litoral Gas en una entrevista reciente en El contestador y otra con Radiópolis (Radio2) a mediados de julio.
Cualquier cerramento de los medidores “puede ser problema en caso de un incendio o fuga de gas, porque va a llevar más tiempo abrirlo. No está permitido enrejar, y en caso de emergencias no se puede abrir con una amoladora”, se explayó.
En muchos casos los delincuentes sacan el flexible sin cerrar la válvula, provocando una fuga de gas en la vía pública, algo que si sucede, se debe notificar a la empresa para que sea cortado de inmediato. Ante este flagelo o cualquier consulta, se puede llamar al número de Litoral Gas que es el 0810-444 5427, numero de atención al cliente.
Desde el área de Servicios Públicos de Defensa del Consumidor municipal, Alfredo Vivorno observó que desde lo ocurrido hace 10 años, se observó que Litoral Gas envía cuadrillas de recorridos por zonas de Rosario y otras ciudades, para hacer controles callejeros con equipos.
“Cuando detectan una pérdida de gas, cortan el servicio. Y por más que no haya una pérdida de gas dentro de la casa, se debe hacer una readecuación interna. Eso implica mucho gasto porque lo debe hacer un gasista matriculado, y ellos cobran caro los planos de readecuación. Y la queja de los vecinos es que no hay una regulación sobre eso”.
Tragedia en la escuela de Moreno y casi todas las escuelas fuera de norma
Un hecho que cambió la conciencia a nivel gobierno nacional fue mucho más reciente que Salta 2141: la muerte de dos docentes en la escuela n°49 de Moreno en 2018 por una explosión de gas, que obligó a hacer inspecciones en cada escuela del país, a través de cada Ministerio de Educación.
La vicedirectora Sandra Calamano y el auxiliar de la portería Rubén Rodríguez, de 48 y 45 años respectivamente, murieron por la explosión que se produjo en una sala en la escuela de Moreno en la que trabajaban, minutos antes que llegaran los alumnos. Y en los medios, los docentes de esa escuela aclaraban entonces que habían sido muchos los reclamos por pérdidas de gas.
Ocurrida esa tragedia en la comunidad escolar, Hermes fue uno de los especialistas contratados por el Ministerio de Educación provincial para inspeccionar desde 2019. Y lo que encontró fue espeluznante: la mayoría de las escuelas estaban fuera de normativa.
A partir de esas inspecciones, Litoral Gas les cortó el servicio al 80 por ciento de las escuelas de toda la provincia, entre 2020 y 2022. “Algunas no pudieron reponer el gas por el costo de la obra, y pasaron a estufas eléctricas. Algunas fueron repuestas y otras parcialmente. Las escuelas no recibieron aportes estatales para las reformas que requerían, y por eso algunas siguen hoy fuera de la norma y sin gas”, sentenció con preocupación.
Del Rey recordó que “algo muy usual que observó en tantas instituciones es que se tapan las rejillas de ventilación con cinta o papel para resguardar del frío. “La importancia de las rejillas es que el aire combustionado con monóxido salga”.
Finalmente destacó otras prácticas cotidianas que son de alta peligrosidad, para concientizar: “Muchos usan el horno y las hornallas para calefaccionar, y no es un uso correcto. Y la estufa para secar la ropa, puede generar un incendio doméstico grave”.
El teléfono gratuito de Litoral Gas es 0800 444 5427 y es de atención las 24 horas los 365 días del año.