Científicos del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) determinaron el área donde se alimentan y refugian las águilas andinas juveniles.

Esta es una especie de la que quedan menos de mil ejemplares adultos debido a la pérdida de hábitat y persecución humana, informó hoy el organismo.

Por primera vez, investigadores del Conicet junto a colegas del Centro Argentino de Anillado de Aves de Tucumán, y de The Peregrine Fund, de Ecuador, determinaron el área de campeo de las águilas poma o andinas juveniles, donde satisfacen sus necesidades de alimentación y refugio.

Águilas andinas juveniles

Actualmente, esta especie se encuentra en un escenario muy difícil ya que más del 50% de su hábitat fue deforestado por el avance de la frontera agrícola, indicó el estudio publicado en la revista Global Ecology and Conservation.

Este espacio está constituido por los bosques tropicales y subtropicales de los Andes, que se extienden desde el norte de Colombia y Venezuela hasta el noroeste de Argentina.

«Comprobamos que durante el primer año de dispersión natal, seis ejemplares juveniles que estudiamos se movieron por áreas enormes, en promedio cien mil hectáreas», explicó Juan Manuel Grande, investigador del Conicet y director de tesis del primer autor del trabajo, Santiago Zuluaga.

A su vez, agregó que «por sus largos desplazamientos, la especie puede mantener la conectividad entre zonas de bosque fragmentadas y cumplir su rol clave en esos ecosistemas, pero lo hacen pagando un alto precio».

Menos de mil ejemplares

Según las estimaciones de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) quedan menos de mil ejemplares adultos de águilas poma, motivo por el que se considera que esta especie «sigue en declive», señaló Grande.

Para determinar los desplazamientos, los autores del estudio capturaron seis juveniles de águilas poma -dos en Argentina y cuatro en Colombia- y los marcaron con transmisores GPS que envían sus datos de localización.

De este modo, comprobaron que los ejemplares se asentaban en zonas de pendientes que no habían sido deforestadas y a altitudes intermedias alrededor de los 2.000 metros de altura.

Estas zonas están mejor conservadas dado que son menos aptas para los cultivos o la tenencia de ganadería, ya que la fragmentación de bosques y la intrusión de pobladores hacen que disminuyan muchas especies presa del águila poma.

Además, los pobladores se instalan acompañados de gallinas -una presa ideal para el águila- lo que dispara «el conflicto poblador-águila que está ejerciendo una gran presión a través de la persecución de la especie», señaló Grande.

Asimismo, a través de los transmisores, los científicos estimaron que cuatro de los seis juveniles monitoreados murieron a lo largo del primer año de dispersión, y solo tienen la certeza de muerte en uno de ellos «por disparo» en el norte argentino, lo que representaría «el primer caso registrado de persecución directa sobre esta especie en el país en cerca de sesenta años», señaló Grande.

Finalmente, el investigador concluyó que las principales acciones de conservación deberían «proteger su hábitat de la deforestación» y realizar un trabajo con las poblaciones rurales para «paliar el conflicto humano-águila».