¿Transversalidad o materia?

El enfoque más directo y “clásico” consiste en convertir a la programación en una materia curricular más, a lo largo de los distintos años de la escuela primaria y secundaria, equiparada a matemática, ciencias sociales, lengua o historia.

Así lo proponen desde la Asociación de Docentes de Informática y Computación de la República Argentina (ADICRA), quienes impulsan la implementación de #LaInformáticaComoMateria.

Esto implica hacer diseños curriculares, algo que requiere gran inversión de tiempo y recursos, además de la formación de docentes especializados, y no responde la pregunta: ¿Si vamos a dedicar tiempo en el aula a nuevos contenidos, a qué otro espacio curricular se lo quitaremos?

El segundo enfoque, como lo comentan Franco Bulgarelli, co-fundador de Mumuki y Laura Mangifesta, Directora de Comunicaciones de Mumuki, es el de la transversalidad, es decir, la aplicación de la programación como herramienta a través de diversas materias.

Un ejemplo de enfoque transversal es la implementación de la ley 26.150 que dispone la enseñanza de la Educación Sexual Integral (ESI).

En este caso hay menos presión sobre el sistema educativo y evita la reestructuración de cargos docentes, pero también dificulta la implementación al no haber responsables y destinatarios claros de los materiales. Ambos enfoques presentan grandes desafíos.

En ellos deberá pensar la educación cuando incorpore esta nueva temática en las aulas. El debate queda abierto.