Aun antes de que se desatara la pandemia de COVID-19, las infancias de todo el mundo se encontraban en medio de una crisis de aprendizaje.

Más de la mitad (el 53 %) de los que habitan en los países de ingreso bajo y mediano padecen pobreza de aprendizajes, es decir, no pueden leer y comprender un texto sencillo a los 10 años, o al final de la escuela primaria. En los países pobres, esta proporción llega al 80 %.

La crisis de aprendizaje no solo limita las posibilidades de los niños, sino que también pone en peligro el desarrollo del capital humano de los países y socava su futuro crecimiento económico.

    Los problemas son particularmente graves para quienes viven en países afectados por situaciones de fragilidad, conflicto y violencia (FCV). En los casos en que los niños y las niñas se ven obligados/as a abandonar la escuela como consecuencia de conflictos armados, desastres naturales, crisis políticas o brotes epidémicos importantes, es posible que, tras la crisis, nunca retomen su educación ni adquieran la capacitación laboral necesaria.

Unos 34 millones de niños, (el 40 % del total de personas desplazadas por la fuerza de todo el mundo [i]), ya se encontraban en general excluidas del sistema educativo antes del desplazamiento, y ahora dejan de tener nuevamente años de educación debido a que la situación de desplazamiento se prolonga, por lo que se “pierden” generaciones enteras. La falta de acceso a la educación puede generar frustración y sentimientos de injusticia y de inequidad, todo lo cual, cuando se suma al desempleo, puede incrementar el riesgo de conflictos violentos en una sociedad.

    La pandemia de COVID-19 ha empeorado significativamente esta situación. Mientras que más del 90 % de los niños actualmente no asisten a la escuela, los que viven en contextos afectados por FCV sufren pérdidas de aprendizaje mucho más graves, pues para ellos la disponibilidad de servicios a distancia o por Internet es sumamente limitada o nula.

A menudo tampoco pueden acceder a los comedores ni a los servicios de salud escolares, que suelen ser su principal fuente de nutrición, tratamiento contra parásitos y vacunación. Y son los que corren más riesgos de no volver nunca a la escuela una vez que estas reabran: según las estimaciones del Fondo Malala (i), por ejemplo, la mitad de las niñas refugiadas no regresará a clase cuando las aulas vuelvan a abrir (i). En los niños desplazados, esta exclusión intensifica el trauma, la desesperación y la violencia.

El énfasis que el Grupo Banco Mundial (GBM) pone como institución en las poblaciones más vulnerables implica que, del total de los USD 20 600 millones correspondientes a inversiones activas en educación, USD 5400 millones se destinen a poblaciones afectadas por FCV con el objeto de desarrollar sistemas educativos adaptables y resilientes que satisfagan las necesidades de quienes viven en circunstancias sumamente complejas.

Camerún, por ejemplo, tiene una larga historia como receptor de refugiados provenientes de los países limítrofes y alberga generosamente a más de 418 500 refugiados (i) de la República Centroafricana y Nigeria. El Proyecto de Apoyo a la Reforma Educativa de Camerún contribuye a ampliar el acceso a una educación preescolar y primaria de calidad centrándose en las escuelas públicas para favorecer tanto a los refugiados como a las comunidades que los reciben. Esta inversión es parte de un paquete (i) multisectorial diseñado para responder al desplazamiento forzado en el país.

La falta de educación afecta desproporcionadamente a las mujeres, las niñas y las personas con discapacidades.

La discriminación de género limita las oportunidades de las mujeres en la vida y puede frenar o incluso revertir la acumulación de capital humano. En Pakistán, el Proyecto de Inversión en Capital Humano de Khyber Pakhtunkhwa busca mejorar la disponibilidad y la calidad de las oportunidades educativas para todos los niños, en particular los refugiados y las niñas, en determinados distritos de la provincia de Khyber Pakhtunkhwa que albergan refugiados. El proyecto beneficiará tanto a niños escolarizados como a los que no asisten a la escuela, y a través de él se implementarán medidas directas para mejorar el aprendizaje, financiar la construcción de nuevas aulas y medir el nivel de los niños en lectura, escritura y cálculo aritmético mediante una evaluación provincial.

Este proyecto y muchos otros están ahora en proceso de modificación para poder abordar las actuales disrupciones escolares derivadas de la pandemia de COVID-19, que ha socavado los esfuerzos por brindar educación a los niños refugiados. Debido a las condiciones en las que viven, los refugiados se ven especialmente afectados por la pandemia y a menudo son los primeros en faltar a la escuela.

A fin de abordar el coronavirus, el GBM está reestructurando varias operaciones y prepara 86 proyectos de educación relacionados con la COVID-19 para 62 países. Estas iniciativas suman en total USD 2400 millones y ponen el énfasis en los factores clave que impulsan el aprendizaje: alumnos preparados, docentes motivados y efectivos, recursos y entornos para el aprendizaje adecuados, y gestión y liderazgo eficaces en las escuelas.

El financiamiento adicional que se brindará para el Programa por Resultados de Apoyo a la Reforma Educativa de Jordania, cofinanciado por el Servicio Mundial de Financiamiento en Condiciones Concesionarias (GCFF) (i), ayudará a matricular a todos los niños de 5 años a partir del año escolar 2020-21 y permitirá ofrecer enseñanza a distancia en respuesta al cierre de las escuelas. También garantizará los parámetros mínimos de salud y seguridad para un regreso seguro a clase en el próximo año escolar.

Los USD 100 millones adicionales se suman a los USD 200 millones originales del Programa por Resultados de 2017 dirigido a ampliar el acceso a la educación en la primera infancia y mejorar las evaluaciones de los alumnos, la enseñanza y las condiciones del aprendizaje de los niños jordanos y los refugiados sirios.

De modo similar, en el marco de la Iniciativa para el Desarrollo de Aptitudes del Mashreq, Jordania (i) y Líbano han renovado su compromiso de sacar provecho de la tecnología para brindar servicios educativos en respuesta al cierre de las escuelas provocado por la COVID-19. En estrecha colaboración con proveedores del sector privado, el GBM brinda apoyo a asociados internacionales y locales con el fin de preparar a 500 000 mujeres y hombres jóvenes de Iraq, Jordania y Líbano para la economía digital.

En Jordania se creó el portal educativo Darsak (en árabe) gracias a una alianza conformada por el Ministerio de Educación, el Ministerio de Economía Digital y Emprendimientos, y el sector privado.

En Líbano, la Academia de Distrito Digital de Beirut (i) se ha asociado con la Iniciativa para el Desarrollo de Aptitudes del Mashreq y con Code.org (i) para ofrecer cursos gratuitos de codificación en inglés, francés y árabe a estudiantes de entre 6 y 18 años de todo el país. Estas alianzas son un aspecto importante de nuestro enfoque sobre la educación en contextos de crisis: trabajar con los Gobiernos, con los organismos de ayuda humanitaria y con la comunidad internacional del desarrollo nos permite recurrir a diversos proveedores de servicios, utilizar modos alternativos de brindar educación y asegurarnos de que el aprendizaje continúe aun en condiciones difíciles a largo plazo.

    Otro enfoque clave consiste en desarrollar programas académicos y prácticas en las aulas que contribuyan a abordar los traumas psicológicos de los niños que han experimentado conflictos, crisis y desplazamientos.

Por ejemplo, en Liberia, una vez finalizada la crisis del ébola, el Proyecto de Recuperación y Restablecimiento tras el Ébola permitió financiar la implementación del programa denominado Bienestar para los Niños (i), que alentaba la sanación psicológica y promovía la resiliencia de aquellos que habían padecido crisis o desastres. Este programa se centró en un cuadernillo de trabajo titulado Mi historia y en actividades conexas desarrolladas en el aula, con los que se brindó a los niños la oportunidad de expresar lo que sentían acerca de sus experiencias a través del dibujo, la escritura y las conversaciones guiadas. Estos programas contribuyeron a incrementar la matrícula escolar (i) hasta superar los niveles anteriores a la epidemia de ébola.

    La inversión en capital humano enfocada particularmente en los más vulnerables y plasmada, entre otras cosas, a través de la educación es un elemento clave de la primera Estrategia sobre Fragilidad, Conflicto y Violencia del GBM, en la que se define el enfoque que aplica la institución en las situaciones de fragilidad.

En vista de que para 2030 las dos terceras partes de las personas en situación de pobreza extrema de todo el mundo podrían vivir en contextos de este tipo, la estrategia se respaldará con un financiamiento de USD 25 000 millones que otorgará a lo largo de los próximos tres años la Asociación Internacional de Fomento (AIF), el fondo del Banco Mundial para los países de ingreso bajo. Este fuerte compromiso institucional será clave para apoyar y promover sistemas educativos más resilientes e inclusivos a medida que las sociedades se recuperen de la pandemia.