Ricardo Centurión fue campeón en Racing y Boca. También llegó a Europa y jugó en otros grandes como San Lorenzo y San Pablo de Brasil, pero hoy no tiene lugar en Vélez, su último club. Por diferentes problemas personales, el delantero padece depresión y pide ayuda.

Hace cuatro años, los medios debatían sobre si el futbolista merecía una chance mundialista en Rusia 2018. Todo cambió en muy poco tiempo. Hoy, en una entrevista radial, Centurión relató la difícil situación que atraviesa.

"Estoy entrenando de lunes a viernes en Vélez y después nada", apuntó Centurión en la charla con La Red. El delantero no es tenido en cuenta por Cacique Medina, DT del Fortín.

"Es muy difícil. Me entreno solo, con un kinesiólogo y un preparador físico. Ahora termina el torneo y después veremos qué pasa", dijo. Y agregó: "Me pusieron a entrenar por la tarde para que no me cruce con el plantel profesional. Sigo viviendo como en pandemia", resumió.

Sobre el origen del conflicto, Centurión indicó: "En algún momento me cansé de la vida, aguanté muchas cosas, necesitaba aislarme de todo. Me sentía agobiado, tenía ataques de pánico, necesitaba irme de todo, tomar tiempo, por eso decidí esto. Muchos no me entienden qué hago haciendo esto, por qué decidí irme de mi trabajo, pero era que ya no me soportaba ni a mí mismo".

Y agregó: "Yo pensaba que el amor de mi hija me iba a hacer olvidar de un montón de heridas que tenía, pero el amor de un hijo es diferente a otro amor y otras pérdidas. Y no lo pude soportar. Yo sé lo que estoy haciendo, lo que está mal o bien. No sé por qué no lo soluciono, no tengo respuestas para eso. Me duele llegar al fin de semana y no concentrar, soy consciente de eso".

"Tengo la esperanza de volver a jugar al fútbol, y sé que lo voy a hacer", dijo luego el futbolista, que a sus 29 años está a la espera de que se vuelva a abrir el libro de pases para seguir jugando en otro club.

Centurión reconoció también que tiene una personalidad difícil cuando se trata de resolver conflictos puertas adentro de un vestuario: "Es fácil decirme 'hasta acá llegaste'. Es el poder... Mi personalidad es que si alguien me habla o me grita, yo grito más. Es muy difícil pero ya estamos grandes. No me considero una mala persona, digo las cosas en la cara", afirmó.

También admitió sus actos de indisciplina y ausencias a los entrenamientos: "Cosas de pelotudo grande, yo nunca había faltado a un entrenamiento, yo antes no lo hacía. Si me la pegaba de chico, iba a entrenar igual. Fue de grande, por la cabeza, por un montón de problemas que yo tenía. A mí me encanta entrenar".

También habló de la soledad a la que lo llevó este declive en su carrera: "Hoy no hay nadie, no te llama nadie del ambiente del fútbol. Te encontrás solo. Te das media vuelta y está tu vieja, tu señora y nadie más. Es así, pero yo sabía que esto me iba a pasar. No le escapo. Con mi familia cuando no teníamos nada igual comíamos. Si mañana tengo que volver a mi barrio no me asusta, obviamente uno se acostumbra a un estilo de vida y molesta un poco, pero es todo costumbre", expresó.

"Si yo tengo una oportunidad, yo suelto todo de verdad. Los vicios que tengo los suelto. Es un antes y un después. Me pongo a entrenar y en un mes estoy bien. Si me agarra un profe bueno, en 15 días estoy finísimo", planteó, ilusionado con volver a jugar.