Pareció un final típico de las Copas Libertadores de los años 60 o 70, cuando la televisión todavía no había penetrado en todo el mundo y sucedían cosas increíbles en las canchas del continente. Central y Atlético Nacional protagonizaron un duelo muy picante, plagado de cruces fuertes, pero el final fue directamente bochornoso, con festejos desmedidos y antideportivos, reacciones a las trompadas y gente extraña dentro del campo de juego.

El escándalo mayor se armó cuando Berrío puso el 3 a 1 que le daba la agónica clasificación a los paisas. En lugar de abrazarse o festejar con los hinchas, el propio Berrío y dos de sus compañeros le fueron a gritar el gol en la cara a Sebastián Sosa, que aguantó la gastada como un caballero.

Algunos futbolistas colombianos declararon que el festejo fue así porque, supuestamente, los jugadores canallas les habían dispensado conceptos “discriminatorios”. Todo esto según la versión de los colombianos.

Damián Musto no tuvo la misma sangre fría del arquero uruguayo y salió a bancar la parada a las piñas contra Berrío. Allí un alcanzapelotas aprovechó para darle un golpe desleal al casildense.

Berrío se fue a un costado haciendose el desentendido, pero el árbitro ya lo había fichado y le mostró la tarjeta roja. Lo mismo para Musto.

El partido se reanudó en medio de un ambiente súper caliente. Hasta que llegó el pitazo final y otra vez la cosa se desmadró.

Allí uno de los más “sacados” fue Coudet, que fue a buscar al defensor Mejía con el puño cerrado como para golpearlo. “Sos un cagón”, se le leyó al Chacho en los labios. El colombiano no reaccionó y al DT canalla se lo llevaron entre varios.

Mientras tanto, en diferentes sectores de la cancha se armaban pequeños tumultos entre jugadores y ayudantes de los cuerpos técnicos. Por suerte los hinchas, en su gran mayoría, permaneció en las tribunas y no hubo invasión generalizada. Sí hubo mucha gente que no tenía nada que hacer en el campo de juego.

No es la primera vez que pasa en el Atanasio Girardot; en octavos de final, Huracán se fue de la misma manera del campo de juego, reclamando que el árbitro los había perjudicado.

El ida y vuelta siguió en la conferencia, cuando un periodista local trató a Coudet de “mal perdedor” y el técnico respondió: “Pasa que no nos gusta que nos caguen”.