De repente, la selección se metió en un pantano. Estuvo muy cerca de todo y se quedó con las manos vacías, en un sprint demoníaco de finales perdidas que comenzó con aquel 0-1 con Alemania, siguió con los penales en Santiago y tuvo un nuevo pico anoche en Nueva Jersey.

Pero esta vez, algo es distinto: su figura principal, el astro del fútbol mundial, renunció. En caliente, con las pulsaciones a mil por la derrota ante Chile (y su penal a las nubes). "Se terminó la selección para mí, es una decisión tomada", dijo, generando el estupor entre los cronistas que cubrían su salida del MetLife.

Y ahora, el futuro del seleccionado nacional quedó cubierto con un enorme manto de sombra. ¿Qué pasará el día después? Porque otros referentes del equipo que forjó Sabella y continuó el Tata deslizaron que podrían tomar la misma decisión que la Pulga: Javier Mascherano, Sergi. Agüero, Angel Di María y Ezequiel Lavezzi. En el medio, un desconcertado Martino.

"Abrumador"

Hábil declarante, puntilloso para elegir cada palabra en sus habituales conferencias, Gerardo Martino habló con los medios sin saber aún lo que Leo le iba a decir a las cámaras un rato después. Sin esa información, Martino no anduvo con vueltas cuando le pidieron que definiera el momento que vivía el equipo: "El futuro es difícil, abrumador". Lo que permite inferir el tembladeral que se vive puertas adentro.

No son sólo las finales perdidas las que mansillaron el corazón de Messi y compañía. Ni es la presión y el reproche de los hinchas, que le achacan a cada rato sus flojas performances en partidos decisivos, la que llevó a Messi a decir lo que dijo. También hay algo que sobrevuela a todos: el descalabro de la AFA, que no les permite pisar firme.

"Si quieren, después de la final hablamos", había recalcado Messi en la conferencia posterior a su tweet contra "los de la AFA", luego de una nueva demora en el vuelo a New Jersey. Al grupo le indignó la imprevisión, la falta de sparrings para entrenar en EE.UU., la información de que fueron los sponsors los que les consiguieron las principales comodidades en la estadía norteamericana, sumada a la mora en el pago al cuerpo técnico y la falta de una autoridad que los hiciera sentirse apoyados dirigencialmente.

Encima, el entuerto AFA-FIFA-Justicia, que amenaza con acabar en una (improbable) desafiliación de todos los torneos de la órbita de Zurich si es que la Federación que ahora preside Infantino considera como una intromisión estatal la decisión de la jueza Servini de Cubría de desconocer la autoridad de la comisión normalizadora. 

Con todas estas turbulencias agitando el vuelo, Martino y su cuerpo técnico no tienen casi tiempo para pensar reposadamente y elegir la mejor opción, ya que tiene los Juegos Olímpicos encima, donde deberá comandar al equipo sub 23 que irá por el oro. Parece seguro que el Tata dirigirá al equipo en Río de Janeiro, pero luego seguramente se sentará a sopesar la situación. Y no hay demasiado lugar para el optimismo.