Ya está. Los aplaudimos, les damos las gracias y hay que pensar ya mismo en el futuro. El presente es de una cruda certidumbre, de una dura realidad. Es el momento de mayor claridad. Hacer lo que sabemos que se debe hacer es la obligación.

Es “la AFA que hay”, son los dirigentes que están pero tendrán  que corregir lo mal que se hizo, dejar correr un poco el agua y barajar y dar de nuevo, pero rápido. Sampaoli lo único importante que hizo en estos años es haberle ganado a Argentina, una final en la Copa América. Después no hay nada más que destacar.

A estos jugadores se les dio lo que pidieron, hasta se consensuó en pleno certamen ecuménico –no ocurrió en ninguna selección nacional- con el DT que jugadores ingresaban en el terreno de juego en varios partidos. Mascherano –no le daba el cuerpo- pidió estar en la mitad de la cancha y “se puso” en ese sector, Di María tenía que estar por la izquierda y estuvo, también Banega; es decir que se les concedió absolutamente lo que solicitó el capitán, para que esté lo más cómodo posible y no está mal. Es Messi, es el mejor del planeta, pero la cosa no funcionó. Messi se tiene que quedar y hay que convencerlo que se tiene que adaptar a un nuevo rumbo.

El fútbol es como el truco de seis, el truco en grupo, en equipo en definitiva. En el deporte más popular se necesita jugar en equipo sí o sí. Si hay buenas “cartas”, es decir, individualidades que sean diferentes, las probabilidades de tener éxito son mayores. En el truco, si toca el as y el siete de espadas, hay que saber cómo realizar la mano, saber cómo anticiparse al juego propiamente dicho. Si se equivoca la partida, probablemente no se gane y es más, con esas cartas es factible perder la mano.

Argentina tenía al ancho de espada con Leo Messi y por la calidad del resto del plantel estaba “cargado”,  pero evidentemente se equivocaron en el planteo, en las ideas y se dejaron llevar por los sentimientos, por la sed de revancha de lo que había ocurrido cuatro años atrás, en Brasil. Y en el fútbol como en el truco muchas veces, más allá que tengas las cartas, si no sabés jugarlas, perdés. Como le paso al conjunto nacional.