Hasta aquí, Diego Osella había sido contemplativo con sus jugadores. Desde que llegó, se mostró del lado del plantel, resaltó su jerarquía y sus ganas de salir del mal momento. Todo esto hasta ayer: porque luego de la derrota ante Temperley, el técnico explotó. Y acusó directamente a los futbolistas de no haber entregado todo. 

“El fútbol es otra cosa, muchachos... Arranca desde la predisposición, desde la intensidad y las ganas de defender una camiseta prestigiosa”, tiró Osella, en una de las frases más resonantes de una conferencia que pareció ser un verdadero desahogo.

Pero hubo más: “Ellos se tiraban de cabeza y nosotros miramos el partido, y así es imposible. No se puede jugar así porque el torneo ya se termina. Y hacer esta clase de partidos…". 

La primera lectura es que Osella no vio a su equipo jugar al cien por cien el partido de ayer. Se sabía que Temperley iba a salir a matar o morir para lograr la permanencia en primera, pero el conductor leproso esperaba algo más de rebeldía, de amor propio, de entrega por la camiseta para dar vuelta, si no la campaña, la percepción que tienen los hinchas de la flojedad futbolística y espiritual del equipo.

Para la segunda lectura, hay que resaltar otros párrafos de la conferencia de Osella: “Todo esto atenta contra nuestra continuidad. Invita a cualquiera de los (candidatos a presidente del club) que tenían intenciones de que sigamos, a despegarse de nosotros. Perder de esta manera, invita a poner cualquier nombre menos el mío”.

Evidentemente, el técnico entiende que el poco crédito que había acumulado con los empates ante Central y Estudiantes y la goleada a Sansinena, se escurrió con los últimos tropiezos en el campeonato. Y que se le acaban las horas para lograr una reacción (parecida a una revolución) o bien para decir lo que siente antes de que su tiempo expire. Y quedarse con las palabras atragantadas.