El operador global de granos Viterra (con base en Canadá y antes conocido como Glencore) está en conversaciones para fusionarse con su par estadounidense Bunge, según informaron el jueves agencias de noticias internacionales. 

De concretarse la fusión -posibilidad de la que no hay certezas ya que en el pasado hubo conversaciones entre las partes que no llegaron a buen puerto- se reconfiguraría el mercado global de la intermediación de materias primas por la importancia de ambos traders. Y la concentración de exportadores de granos tendría fuerte impacto en Argentina.

La estructura del acuerdo aún no se ha finalizado y está siendo discutida por ambas partes, dijeron las fuentes citadas por las agencias Bloomberg y Reuters.

Al conocerse la noticia, la acción de Bunge Limited finalizó este jueves en el mercado estadounidense Nasdaq en 93,6 dólares luego de arrancar la jornada con un valor de 90,4 dólares, fijando así una valoración de la empresa en unos 14.000 millones de dólares.

Las conversaciones ente ambas firmas viene de larga data. En 2017, por caso Bunge rechazó un intento de compra de Glencore, y luego la estadounidense hasta quiso avanzar en la compra de la canadiense.

Además, estos procesos son largos y complejos. Por ejemplo, en el pasado Monsanto salió a intentar comprar competidores y a los dos años Bayer lo termina adquiriendo, fusión que se concretó dos años después de anunciada. 

Nuevo esquema

Los grandes operadores de materias primas alimentarias han acumulado reservas de efectivo después de obtener abultadas ganancias durante el año pasado, cuando la invasión rusa de Ucrania interrumpió los envíos y los precios de los granos se dispararon.

Operadoras como Bunge y Viterra ganan dinero comprando, vendiendo, almacenando y procesando granos, a menudo aprovechando las interrupciones del suministro causadas por crisis como una sequía o una guerra.

Luego de que el inicio la guerra en Ucrania activara la suba de las cotizaciones y mejorar la rentabilidad del sector, hacia fin de año -cuando los precios se empezaron a acomodar hacia la baja- también empezó a caer la cotización de los trades cerealeros. No en vano en el último año el valor de la acción de Bunge descendió un 19,1%

Es por eso que muchos expertos en el mercado señalna que, en rigor, las negociaciones entre ambas corporaciones globales son una señal de que el mercado mundial de productos agroindustriales, luego de la fase alcista registrada entre 2021 y 2022, podría regresar a los niveles presentes entre 2015 y 2020.

Lo cierto es que una fusión con Bunge colocaría a Viterra entre los principales operadores de granos del mundo, que incluyen a gigantes como Cargill,  Archer-Daniels-Midland (ADM), Dreyfus y también la china Cofco, con acceso a terminales de exportación en Estados Unidos, uno de los mayores productores y proveedores de cereales.

Impacto en Argentina

La posible fusión de los dos tanque del negocio cerealero tiene alto impacto en Argentina ya que ambas compañías ocupan importantes lugares en el mercado, tanto en el segmento de los servicios portuarios como en la industrialización de la soja.

Por caso, Bunge tiene plantas fabriles en Ramallo, Puerto General San Martín, Tancacha y San Jerónimo Sur. Y, junto con AGD, es accionista del principal puerto cerealero que es Terminal 6, en Puerto General San Martín.

En tanto, Viterra tiene el control mayoritario de la aceitera más grande del mundo, que es Renova en Timbúes. Pero también tiene las plantas bonaerense de Daireaux y Quequén.

La integración arrojaría un gigante en el negocio del procesamiento y el embarque de granos que pugnaría por el primer lugar con Cargill y Cofco. 

Ambas firmas además son activas compradoras de granos en los mercados institucionales y por eso hay temor entre los vendedores (productores, acopiadores, cooperativas) por la concentración de oferentes. Así y todo, el cerealero sigue siendo un mercado mucho menos concentrado que otros relevantes, como el siderúrgico.

Con todo, la concentración también podría activar una necesidad de la industria aceitera argentina de achicar plantas y desactivar líneas, quedando en pie las más eficientes, habida cuenta de la alta capacidad ociosa que tiene el sector de la molienea, y no por la última seca sino porque el aumento de la producción de soja de buena calidad viene perdiendo fuerza en los últimos años a raíz de la presión tributaria y las distorsiones cambinaria.

Además, como en lo que hace a la producción industrial de la soja, la situación viene compleja para la Argentina, puede no venir más que una gran empresa con tantas inversiones en Argentina active un lobby más fuerte para la apertura de mercados externos.

Es que en lo que hace a la harina de soja, que es el principal producto argentino de exportación, la situación viene compleja con Estados Unidos sumando plantas y Brasil quedándose con el primer puesto en la exportación destronando a Argentina.

Y en lo referente a los biocombustibles, el país tiene cerrado los mercados en el exterior al acusarlo de hacer dumping porque las retenciones que abaraten el costo del poroto.

El caso Vicentin

Además hay otro tema importante. Tanto Viterra como Bunge (junto con ACA) están interesados en comprar los activos de la defaulteada Vicentin, con lo que -de concretarse todo (fusión entre ellas y control de Vicentin) seguirían sumando fuerza industrial y portuaria.

Precisamente, es probable que las conversaciones globales por la fusión hayan sido la causa de que Bunge entrara reemplazando a Molinos esa negociación, ya que hasta ese momento la estadounidense no había mostrado interés en ese negocio.

¿Puede complicar o acelerar la fusión global lo que se negocio por Vicentin? A juzgar por los tiempos, todo indica que antes se definiría el futuro de Vicentin. 

Finalmente, ¿la fusión (y luego la adquisición de plantas y puertos de Vicentin) puede encontrar resistencia en lo referente a la Defensa de la Competencia en Argentina?

La legislación en Argentina no establece frenos previos a la realización de estos acuerdos, a diferencia de la de otros países, por lo que puede imponer condiciones de desinversión o venta de líneas fabriles posteriores a la fusión.